sábado, 17 de abril de 2021

La Policía de la Memoria

 



Yoko Ogawa
Tusquets Editores
ISBN: 978-84-9066-909-9

Meter en una coctelera un poquito del primer Murakami , otro poquito de Orwell con una pincelada de Bradbury y llevarlo a una isla sin nombre en ningún sitio reconocible salvo que pueda sufrir tsunami por culpa de los terremotos; no pongáis nombres a nadie y que los habitantes de esa isla tenga como característica común el conformismo; agitarlo bien, pero sin aspavientos, dejarlo macerar en sus buenas 390 páginas y ya tenéis una frikada de las mías pero que encierra una preciosa e inquietante novela que merece la pena leer.

No se si por culpa de esta maldita pandemia estamos todos acoquinados y por eso nos conformamos en quedarnos como estamos como el chiste, y no estoy hablando de revoluciones ni protestas, hablo de otro sentimiento que se nos ha metido en los huesos y que es el miedo, ese miedo que nos paraliza, que nos hace asumir la perdida de personas queridas sin que podamos hacer nada al respecto pues bien, imagina una isla en un lugar indeterminado que debe estar al norte por lo que nieva y cerca de un cinturón volcánico, esa isla se encuentra asilada de mundo desde que el ferry dejó con comunicarles con el continente, en esa isla vive nuestra protagonista, una isla que tiene una peculiaridad muy rara, y es que las cosas van desapareciendo pero no solo desaparecen de sus vidas, desaparecen de su memoria también de modo que lo que una vez desapareció lo olvidan y ya no saben que era o para que servía o como se usaba, un día son los pájaros, otro día las novelas y otro día vete tu a saber que puede ser; para que la población no guarde esos recuerdos tiene a la policía de la memoria que recorre la isla en busca de esas cosas que han desaparecido para hacerlas desaparecer y en busca de una pequeña parte de la población no olvida esas cosas. Esa policía que evoca tiempos dictatoriales afortunadamente ya pasados -aunque no olvidados por algunos por lo que parece- ejerce un férreo control sobre la población, llevándose familias enteras que ya no vuelven a aparecer.
Pero ojo, desaparecen no solo las cosas, desaparecen también las emociones, las experiencias, las sensaciones, imaginar por un momento que mañana desaparece la tristeza, el amor o la felicidad, pero además de ello, desaparece lo que se siente, lo que se experimenta y no puedes explicarlo porque no ni sabes lo que era ni lo que se sentía, ¿no os parece cuanto menos inquietante y un tanto terrorífico?
Nuestra protagonista es una escritora de novelas, en un sitio donde no se lee hasta que cierto día desaparecen las novelas, ella ha sufrido en sus carnes la desaparición de su madre o mejor dicho la muerte de ella tras ser llevada por la policía de la memoria por ser uno de esos seres que no olvida, una escultora que esconde algunos recuerdos de esos desaparecidos en sus esculturas, también su padre, un ornitólogo que también desaparece; vive una vida tranquila pero sin recordar esas cosas que desaparecen de forma cotidiana, su relación con su editor del que solo sabemos que se llama R, uno de esos seres especiales que no olvidan, y el viejo responsable del ya inoperativo ferry son toda su vida, ah y un perro de unos vecinos que se llevó también la policía, entre los tres se ayudan para evitar caer en manos de esos cazadores de recuerdos construyendo un refugio para el editor aislándole de ese extraño mundo.

La novela nos hará reflexionar sobre nosotros mismos, de quien somos y porque somos lo que somos, ya que gracias a nuestros recuerdos construimos el ser humano que somos, solo aquel que olvida es capaz de no sentir empatía por el que sufre y lo terriblemente inhumano que es eso. Con una prosa suave y sin violencia, nos transmite ese miedo a los policías de la memoria, el miedo de los vecinos para no caer en manos de ese estado policial que alguno puede ver en las palabras del diario de Ana Frank, quizás ese refugio del R en casa de nuestra protagonista sea otro guiño a la desaparecida en el campo de exterminio; pero lo esencial es que el final no tiene para nuestra protagonista un fin revelador porque no es capaz de recordar, solo queda el consuelo de que R que si tiene esa capacidad de recordara sabrá que ha existido y por eso podrá demostrar que vivió, ¿no es eso que nadie muere en la medida de que alguien te recuerda? porque todos los esfuerzos de R porque recuerden tanto ella como el viejo del ferry son infructuosos.

En fin, perturbadora novela, que tiene más chicha de la que parece y que creo que merece la pena, salvo que no os apetezca que vuestras neuronas trabajen claro.

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