sábado, 7 de septiembre de 2019

La Casa de las Bellas Durmientes



Yasunari Kawabata
Editorial Planeta, Austral
web: www.planetadelibros.comwww.australeditorial.com
ISBN: 978-84-96580-88-6

De este autor nipón ya tenéis dos obras comentadas por mi en este espacio por si queréis o deseáis buscar más, todas ellas sublimes, siempre breves pero intensas y ricas en matices como un haiku.
Esta obra ha servido de inspiración a escritores de la talla de Gabriel García Márquez en su obra "Memorias de mi putas tristes" y ha sido llevada al cine por Julia Leigh, creo que en los tiempos del "Me too" que vivimos es una obra políticamente incorrecta y me atrevería a decir que sería metida en el cajón de obras a quemar con lo que nos perderíamos una formidable parábola sobre la vejez, el temor a la muerte y la añoranza del tiempo pasado pues como diría Jorge Manrique, "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Os pongo en situación, Kawabata tiene en el momento de escribir la obra 62 años, sufre insomnio crónico, su padre muere de tuberculosis y es de la generación de la postguerra en un Japón derrotado por las bombas atómicas; con estos antecedentes, Kawabata se dispone a escribir sobre el viejo Eguchi, un hombre de 67 años que gracias a su amigo Kiga conoce de la existencia de una casa donde yacer con mujeres vírgenes jóvenes, estas duermen profundamente por acción de una potente droga de modo que no se enteran de con quien duermen y que hacen con ellas, pero la casa tiene un norma y es que no se puede hacerlas daño bajo ningún concepto o hacer cosas de mal gusto, mirar si es vaga la prohibición pero de un modo u otro y dado el carácter de los clientes si es efectiva. Con esas pautas el viejo Eguchi yace con seis mujeres distintas, una cada vez salvo el último día que yace con dos a la vez, en cada experiencia Eguchi rememora tiempos pasados, amores o amantes que creía olvidadas, a su mujer ya fallecida o a su madre consciente de que cada vez le queda menos tiempo de vida; las relaciones con sus hijos también salen a la luz; la casa para que el huésped pueda descansar pone a su disposición unas píldoras para poder dormir lo que denota lo mucho que tiene de Kawabata esta obra, Me ha resultado interesante el paso de vida en los recuerdos de las diferentes jóvenes, empezando con el olor de la lactancia, la boda de sus hijos y acabando con la muerte de su madre, es decir, el propio ciclo vital del propio Kawabata; es más creo que es a propósito, está poniéndose en el estrado de su propio juicio.
Nada es casual, los olores -el cuerpo de las jóvenes o de la leche-, los colores -el rojo- o los sonidos, ya sea la lluvia o los golpes de mar del acantilado frente a los golpes del corazón de Eguchi o de las jóvenes. Creo de todos modos que con los ojos occidentales nos perdemos matices en ese océano de sentimientos y sensaciones que son tan propios de las obras de Kawabata, por ejemplo aún no se como conectar esa manta eléctrica aunque las jóvenes estén llenas de vida, la entendería en él, seguro que esa metáfora existe, o el tomar el té caliente el último día en lugar de templado, quizás sea por la sensación de la próxima muerte.
También veréis referencias clásicas en la cultura nipona como el árbol de camelias y su significado, la docilidad de la mujer frente al hombre algo que suele saberse cuando uno ha estado en Japón y un erotismo que difiere mucho del occidental, con detalles sobre los colores de labios o su forma de pintarlos, las manos o su dedos, la forma del lóbulo de la oreja, etc.
Notar que no hay nunca un sentimiento de culpa, ni de reproche, ni cuando acudía a ver a otras amantes o cuando acude a este burdel tan peculiar. Como según avanzamos en edad tratamos de rodearnos de juventud en un vano intento de rejuvenecer un poco pero que queráis que os diga, viendo las generaciones de jóvenes actuales, virgencita que me quede como estoy. Todas la jóvenes con las que yace el viejo Eguchi son todas hermosas, de piel tersa, blanca y suave, atención a ese detalle de blanco, en la cultura oriental el color moreno es propio de la gente del campo y por ende, de menos "categoría", es decir todo lo contrario a nuestra forma de ver el culto al cuerpo; pues todas ellas son así menos una y notar como la trata con menos deferencia.
Podemos caer en el juicio erróneo de calificar de patéticos a esos hombres mayores que sienten tan cerca el aliento de la Parca, porque igualmente patético sería la búsqueda que personas jóvenes hacen de los mayores en búsqueda de "protección" o lo que sea.
En resumen, una obra deliciosa, llena de colores, matices y sentimientos, que me imagino que variará la forma que tengamos de verla con la edad que tengamos cuando la leamos, pero en cualquier caso, creo que es un imprescindible de nuestras bibliotecas personales.

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