domingo, 7 de julio de 2019

El Último Barco



Domingo Villar
Siruela Ediciones
web: www.siruela.com
ISBN: 978-84-17624-27-9


Y por fin tras mucho esperar se edita la tercera novela de Domingo Villar, se ha hecho esperar pero ha merecido la pena. Seguimos con la serie del inspector gallego Leo Caldas y su ayudante aragonés Rafael Estévez, explotando un poco los tópicos algunas veces confieso que me "dañan" porque veo a Estévez con muy buenos ojos porque es un buen tipo. La novela es bastante más extensa que sus dos obras anteriores y yo le hubiera dado un buen tijeretazo y eso que me apasiona como escribe Domingo Villar, pero soy enemigo de obras de setecientas páginas aunque sean memorables como esta, pero es un gusto personal y ya se sabe, para gustos los colores.
Como ha pasado cierto tiempo, creo apreciar a un Leo Caldas más reflexivo, más vulnerable, so apreciaréis por su trato con su padre y con una antigua compañera de colegio en el transcurso de la investigación por la desaparición de Mónica Andrade, una profesora de escultura que trabaja en la escuela de oficios de Vigo y que resulta ser la hija de un prestigioso cirujano cardíaco que me ha sacado de mis casillas, seguro que hay tipos importantes de esos que dicen "no sabe usted con quién está hablando" porque el doctor Víctor Andrade es así. Mónica vive al otro lado de la ría en Moaña en una casita azul rodeada de naturaleza y un árbol caído por culpa de un temporal, ella mantiene una difícil relación con su padre y no tiene pareja conocida salvo su gato, su relación con sus vecinos es escasa pero cordial y sus alumnos y compañeros de escuela solo tienen buena palabras de ella; el caso es que en un principio no hay motivos para investigar nada porqué ella es una mujer mayor de edad que ha parecido desaparecer por su propia voluntad, solo las presiones de su influyente padre harán que la policía tome cartas en el asunto.
Nos vamos a mover en la ciudad de Vigo, en un momento en el que el ayuntamiento ha tomado cierta conciencia de su pasado arquitectónico y tiene la ciudad regada con imágenes de los edificios ahora derribados al lado de los monstruos de cristal y hormigón que en el día de hoy se pueden ver, Domingo Villar se desvive por sumergirnos en ese ambiente gallego donde encontraremos bares donde no se vende Coca-Cola, chaparrones que no solo mojan las calles y olores de mar que se meten hasta lo más profundo de cada uno de nosotros.
El formato elegido es idéntico a sus obras anteriores, con capítulos cortos muy ágiles que son perfectos cuando quieres parar en un punto en tu lectura; diálogos repletos de esencia gallega y que encierran mucho de cada uno de los personajes que están detrás de ellas, ya sea Napoleón -un profesor de latín que la vía le ha llevado a vivir en la calle-, la jueza del caso o el padre de Leo Caldas, porque los secundarios en esta obra de Domingo Villar son una joya todos ellos, Camilo, los profesores de la escuela de artes y oficios o Soto, el gran jefe de Leo, son una grupo coral perfecto en la novela; pero es que en la novela todo es redondo, los giros argumentales, los personajes como comentaba o la descripción del mundo que rodea a Leo Caldas porque te cuenta su desazón por la situación de su padre, un productor de vino que vive solo y por el que se preocupa después de escuchar los asaltos que están sufriendo y por los que no tiene ninguna preocupación él; su situación de soledad hasta que aparece de nuevo en su vida Elvira y no sabe si es o será su último barco, en una bella metáfora con el último ferry que pudo haber tomado Mónica, la preocupación por no culpar a un pobre enfermo como Camilo sabedor de lo que puede conllevar a su fama el acusarlo falsamente, sus buenas relaciones con otros policías -algo no muy corriente en novelas semejantes- ya sean de su entorno o del país vecino como el inspector Vasconcelos; haciendo cierto paralelismo, se parece mucho más al personaje Mario Conde del Leonardo Padura que a los inspectores nórdicos de novela negra que tanto repeluz me dan.
Pasito a paso, Domingo Villar desgranará la trama hasta un imprevisible final porque prometo que yo apostaba por otros culpables, os atrapará seguro desde la primera página porque este novelista es un virtuoso. No hay violencia ni puñetera falta que hace, no hay sangre porque tampoco hace falta, es una novela negra de investigación policial, de escudriñar en la vida de la gente con las pistas más nimias y básicas porque no siempre se tiene al CSI  para decirte que te señalen al culpable como hace en la serie de televisión.
Recomendaciones o peticiones, por favor que no tarde tanto para la su siguiente novela sea o no de Leo Caldas, que no sea tan tocho que acabaremos con una tendinitis en el codo porque podía habérsele hecho un buen trabajo de adelgazamiento sin menoscabar la obra, que promocionen a nuestros escritores que son tan buenos y oso decir mejores que muchos que nos meten por los ojos, que no es necesario leerse las otras dos novelas previas pero si lo hacéis apreciaréis más a Estévez seguro, en fin, una maravillosa novela que no debéis dejar pasar.

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