sábado, 27 de abril de 2013

El Restaurante del Fin del Mundo



Douglas Adams
Editorial  Anagrama
ISBN: 978-84-339-7328-3


Segunda entrega de la trilogía de cinco partes, si, es correcto lo que digo no se me ha ido la mano con el vino en la comida; esta segunda entrega arranca prácticamente cuando acaba la primera, es como si la editorial hubiese partido la historia para sacar este segundo libro.
Igualmente disparatado que el primero empieza con los mismos protagonistas con los que termina y en el devenir de la historia termina con nuestros Arthur y su inseparable Ford; gran parte de la novela recae en bicéfalo Zaphod y añoras la forma de ver el mundo de Arthur porque Zaphod en un poquito cargante como personaje todo lo contrario que su robot neurótico y depresivo Martin.
Tiene como pega que mientras el primero es sorprendente, disparatado y completamente anómalo, el segundo a pesar de las nuevas tramas y de la explicación del origen de la humanidad cae en los mismos clichés y entonces no te resulta tan estimulante la lectura.
El desvarío de la historia nos llevará a una nave que se mueve con un motor de improbabilidad que se le funde en ordenador central cuando Arthur le pide un miserable te, la famosa nave "corazón de oro" y que se verá atacada porque el capitán vogón al destruir la tierra para que se construya una vía de circunvalación espacial se ha dejado a dos seres humanos vivos y él siempre termina por hacer todos los trabajos que empieza, pasaremos por un planeta de zapateros que ha muerto de éxito, poco después a una nave espacial que lleva novecientos años esperando para despegar porque le faltan algunas cosas superfluas e innecesarias y por lo que sumen a sus pasajeros en un sueño total para que no den el coñazo -no creo que las compañías aéreas tomen nota pero por lo que hace Ryan Air no me extrañaría-, nos llevarán al restaurante que está en el fin del mundo en el instante que todo el universo desaparece en la nada y en el que para amenizarlo un número de cabaret insufrible los tiene distraídos mientras se dirigen al fin de los tiempos, es en ese restaurante donde volverán a encontrarse a Martin que se ha empleado como aparcanaves y con el que escapan del espectáculo y del restaurante amén de un cantante que conoce Ford que no le presta ni un mínimo de atención, embarcados en una nueva nave descubrirán el origen de la humanidad pues han viajado en el tiempo , un origen nada honorable  y repleto de indeseables que piensan menos que una oruga galáctica.
La lectura es amena, se hace corto pues es corta la novela, repleta de personajes absurdos, charlatanes, descabellados a pesar de tener dos cabezas y muy pintorescos, deja todo abierto para las entregas posteriores por eso sospecho que en un ardid editorial la novela original fueron las cinco juntas y se partió a posteriori; no es posible catalogarlo como un libro de ciencia ficción porque en realidad es un libro de humor, un poco menos divertido que el primero y del que se puede leer el segundo casi sin necesidad de leer el primero aunque ayuda. El humor de Adams es el típico de los Monthy Python o los hermanos Marx, todo dsiparatado y siempre sin sentido, un tipo de humor que no gusta a todo el mundo por eso lo aviso.
Seguramente me atreveré con la tercera entrega "La vida, el universo y todo lo demás" pero seguro que lo dejaré para un poco más adelante.

2 comentarios:

  1. Me ha resultado muy, muy atractiva esta trama tan disparatada que resumes y que, he interpretado como crítica social. Pasa a la lista de libros por leer, pero no al último lugar.
    Gracias por la reseña, Ángel.

    Besazo.

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    Respuestas
    1. Tiene una cosa que puede hacértelo más atractivo, si no has leído el anterior la trama no pierde mucha esencia.
      Si te gusta el humor disparatado de los Monthy Pyton seguro que te encanta y cuando ves en que partes han dividido a esa raza con destino a un mundo de hace 2 millones de años te sonríes aún más y también lloras, las soluciones que proponen los antepasados de Arthur son los mismos, seguimos siendo una panda de cafres.
      Un besote grande, grande.

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