domingo, 15 de enero de 2012

La cola de la Serpiente



Leonardo Padura
Tusquets Editories
ISBN: 978-84-8383-362-9

Mario Conde -pongo el nombre entero del expolicía porque me ha parecido curiosa la coincidencia- es un policía de La Habana, un policía de la vieja escuela, de esos que ahogan sus culpas en vasos de alcohol, que huelen al delincuente, que no precisan de CSIs o cosas parecidas para saber por donde van los tiros; esta novela forma parte de una entrega de este policía cubano y a pesar de que es la séptima de la serie, se puede leer sin tener que haber leído las anteriores -aunque ayudaría para hacerse una idea de la personalidad de Mario y su vida personal que parece digna de un derribo-.
Este escritor cubano era desconocido para mi, pero es una delicia, en algunas escenas me recuerda Hammett en su "Halcón maltés".
Esta novela tiene de novedoso en que se mueve por los barrios chinos de la vieja Habana, si ya de por si una ciudad que necesita un "lavado" imaginar un barrio marginal y en declive como ese barrio chino. Se mezcla la religión de los esclavos, les leyendas de los chinos que llegaron en los principios del siglo pasado, los olores, las tabernas y los licores caribeños y todo en una atmósfera impresionante que cautiva hasta que terminas la última página.
Una teniente de policía, hija de un chino del barrio y una cubana, irresistiblemente bella pide ayuda a Conde para resolver la muerte de Pedro Cuang, un anciano que aparece ahorcado en su cuchitril con un extraño dibujo en su pecho y al que el falta un dedo, santería, símbolos chinos, un perfecto cóctel para que disfrutemos de las pesquisas de Conde; pero como todo en la vida, no todo es lo que parece, las cosas son más simples de lo que nos imaginamos y siempre los asesinos son más próximos y cercanos de lo que sospechamos al principio.
Los diálogos con los personajes chinos se recurre a las eles, tal y como parodiamos a los habitantes orientales cuando quieren hablar castellano, los insultos si conocéis a alguien de la bella Cuba os serán tan familiares que creo que os veréis por instantes en algunas de las calles de la vieja Habana.
Dejarme que os señale una cosas de un detalle deportivo, cuando Conde evoca los partidos de baseball y como su equipo perdió después de ir ganando las primeras series habla de cojones, ¿por qué todos los deportes -masculinos- pedimos lo mismo, será por la capacidad neuronal de tan pequeños atributos?, bromas a un lado, es que me recuerda mis visitas a cierto estadio cuando veo que no juegan como nos gustaría y todos los espectadores piden eso, cojones; mejor no entenderlo, pero veo que en todo el mundo se apela a lo mismo.
Las conversaciones y vivencias con esos chinos parecen que te acercan a ellos pero lo único que te demuestran es que son un mundo aparte, estanco e impermeable, pero un investigador sagaz como Conde sabrá leer en esos silencios para poder encontrar la cola de la serpiente y llegar a la cabeza (dicho chino).
Leonardo Padura ha sido guionista y periodista y se aprecia en dos detalles, en esas imágenes que tanto me recuerdan a Rick en Casablanca con el cigarrillo o el vaso de alcohol -ron en este caso-, en lo dinámicas de las acciones que no precisan que pongan a un hombre a correr para que te de sensación de movimiento -la escena al final cuando sigue a Juan Chion es un perfecto ejemplo de como se debe describir un seguimiento.
Lo más curioso es que esta novela era la que el rey Baltasar le había traído a mi hermana pequeña pero al final el que fuese la séptima entrega le hizo que se lo pensase y le trajese otro libro de éxito que saqué del blog de mi estimada Carmina.
Ya tengo un fijo para mi, me ha encantado, el personaje principal me ha fascinado y creo que Padura me va a proporcionar muchas horas de buena literatura.

2 comentarios:

  1. La verdad es que ese costumbrismo cubano, colorista y de santería, lo transmites con tu entusiasmo por la novela, Ángel. Creo que ya te lo he dicho en alguna otra ocasión, pero cada vez que te leo contagias ese placer lector por el libro en cuestión y las ganas de que llegue a tus manos.

    En cuanto al término "cojones" (con perdón), si me lo permites te dejo un enlace que puede aclarar esas preguntas que te haces sobre este término, y que apoya esa riqueza de la lengua castellana. Lo firma Arturo Pérez Revérte,jejje. Que lo disfrutes:

    http://www.sinplan.es/articulo/humor/diferentes-acepciones-de-la-palabra-cojones-por-arturo-perez-reverte

    Un beso.

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  2. Lo recordaba Marisa, jeje, lo recordaba.
    ¿Te has fijado que lo que nos une a otros sitios es algo más que el lenguaje?
    De este libro o mejor dicho, de este personaje me ha gustado ese sabor a novela de mediados del siglo pasado, donde la sagacidad era más importante que el ordenador, el ojo clínico más válido que el seguimiento de las llamadas telefónicas, etc, en definitiva el componente humano.
    Besotes.

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