lunes, 20 de enero de 2014

El Héroe Discreto



Mario Vargas Llosa
Editorial Alfaguara
ISBN: 978-84-204-1489-8

Yo soy una de esas personas que tienen prejuicios con algunos famosos escritores mediáticos y Vargas Llosa es uno de esos escritores que miro de lado, con mucho recelo y no porque su obra sea poco atractiva, aburrida o enfarragosa, porque no es nada de eso, porque son historias llenas de colores, sabores, matices y que transportan -yo me vi en las calles de Lima o Arequipa cuando la estaba leyendo aunque esta segunda ciudad no sale pues son Lima y Piura las localizaciones de la misma-, mi problema con Vargas Llosa es por la mochila de amigos hispanos que tiene y que a mi me causan vergüenza y pavor cuando los veo; pero vamos a ser serios y vamos a ponernos con la novela.
La novela es la historia paralela de dos hombres aparentemente muy distintos de origen pero con una misma determinación, la de no dejarse pisotear por nadie, ya sean mafias, hijos vividores o las trabas que les ponga la vida; dos historias paralelas que convergen al final; la novela está salpicada con personajes ya conocidos como el sargento Lituma o los incosquitables, personajes recurrentes en el universo de las obras de Vargas Llosa.
Los personajes principales tienen un marcado respeto por sus mayores, el mismo respeto que quieren que sus hijos les tengan y que para su desgracia no tienen, religiosidad -y si tenéis la fortuna de visitar Perú lo podréis comprobar que es tal, con procesiones muy al estilo de Sevilla por ejemplo-, la familia y un honor de sangre que casi encaja más con años muy antiguos casi ya olvidados de nuestra propia tierra; la forma en como Felícito Yanaqué habla de su padre y en como le trata es impresionante y si no os recuerda a las fotos de color sepia de la España del siglo pasado ya me lo diréis, un sentido de la justicia muy estricto y que les permite vivir ajenos al que dirán y que casi parece pasado de moda.
Felícito Yanaqué es el dueño de transportes Narihualá en Piura, casado engañado y con dos hijos, Miguel y Tiburcio, es un empresario con cierto desahogo económico y que mantiene una amante, Mabel, que le alivia de su matrimonio con Gertrudis, su vida transcurre tranquila hasta que recibe una carta chatajeándolo y que lleva por toda firma una arañita; Felícito recurre a su amiga, vidente y confidente Adelaida y a la policía con la esperanza de resolver ese terrible contratiempo, el incendio de las cocheras de su empresa y el secuestro de su amada le pondrán a prueba, lo que no sabrá hasta el final es que la traición está más cerca de él de lo que el piensa.
Ismael Cabrera en cambio es un hombre de éxito de la sociedad limeña, dueño de una aseguradora de renombre se casa con Armida, el ama de llaves de su casa, una mujer mucho más joven que él y que enfurecerá terriblemente a sus dos vividores y correjuergas hijos, Miki y Escobita, algo que diseña al milímetro casi se viene abajo por su repentino fallecimiento lo que complica la vida de dos de sus mejores amigos, Narciso su chofer y Rigoberto un empleado recién jubilado de la empresa, casado con Lucrecia y padre de Fonchito, estos dos amigos serán sus testigos de boda y ese será el motivo de los odios de los dos hijos del empresario, llamados las hienas por su propio padre tratarán de anular ese matrimonio para hacerse con la inmensa fortuna de su padre; como es una trama con muchos hilos, podréis ver los problemas de Rigoberto con su hijo que a mi me ha parecido una verdadera tontería y que no la entiendo, ese Edilberto Torres y sus apariciones y el modo de resolverlo, pero en fin, quitemos ese detalle del resto de la historia; si puedo decir que por instantes y por la forma de hablar estuve de regreso a Lima por algunas horas; he consultado algunas críticas y muchos coinciden en que es un Vargas Llosa menor, como mi experiencia con el peruano no es mucha, trataré de acercarme a otras obras suyas para poder comparar.
Otra de las cosas que puede descuadraros es la forma tan idéntica de como se comportan los hijos de los dos protagonistas, parece ser que tienen el mismo virus y no me cuadra, el final de Miguel y la forma en que lo trata Felícito roza el sadismo, a pesar de sus sospechas durante años dice que lo trató como a su otro hijo pero al final te deja el resquemor de que no fue así, la forma de actuar de la madre también es de un sumiso que a mi me pone enfermo, ese concepto de limpieza de sangre, agh, suena peligrosamente xenófobo.
En resumen, un libro entretenido pero con sombras, con posos muy reaccionarios que a mi me dan miedo -llámese tradición, religión o buenas maneras-.

2 comentarios:

  1. Creo que has descrito perfectamente, al principio de tu comentario, el problema que tengo también con este autor. Un problema con el personaje, más que con el autor, pero que en mi caso, es un lastre. Y la verdad que tengo buena intención y quería reconciliarme con él... precisamente con este libro, pero por lo que estoy viendo (tanto en tu comentario como en otros que he visto), pues... voy a esperar un poquito.

    Gracias y un saludo!

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    1. Me acerqué con esa misma buena intención que tu me dices Ana, me fastidia porque la forma y los escenarios me eran muy atractivos, lástima que algunas cosas se tornaran rancias.
      Que tengas un bonito martes y gracias a ti.

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