sábado, 19 de mayo de 2012

La Tierra Dividida



Ramón Muñoz
Ediciones Pàmies
ISBN: 978-84-96952-99-7


Asistí a la presentación de esta interesante novela hace ya unas semanas en Madrid y si la portada y contraportada ya me pareció interesante, después de la presentación mi interés creció.
Ramón Muñoz no es novato en estas lides pero si en el género, hasta fechas recientes se había prodigado más en el género de la ciencia ficción y la literatura fantástica y no penséis que por haber cultivado esos géneros se le ha ido la olla creando tramas inverosímiles o poco creíbles, porque la novela está muy bien tejida en una época de la historia de España en la que algunos llegaron a ver al apóstol Santiago en la batalla de Clavijo, formidablemente documentada -y en la que ayudan los dos tres anexos: uno de términos al final de la obra, otro de topónimos y por último la relación de personajes históricos-.
La época en la que está situada la novela es la alta edad media, mediados del siglo IX, los Omeyas van por el segundo de los Abd al-Rahman, los reinos cristianos del norte empiezan a organizarse poco a poco y los hombres del norte, los daneses (vikingos ahora) ya han empezado sus ataques fuera de sus fronteras; en un instante convulso y llenos de incertidumbres un descendiente de la antigua aristocracia goda convertido al islam se dispone a ampliar sus fronteras y este hombre tan poco conocido pero interesantísimo es Musa ibn Musa de la familia de los Banu Qasi y que será conocido como el moro Muza, un hombre con un afán de poder despedido pero tremendamente valiente, válido y codicioso, es un hombre de ese tiempo con una gran capacidad para tejer alianzas y estrategias para hacerse cada vez más poderoso y que gracias a esas maniobras conseguirá que sea llamado el tercer rey de Hispania.
La virtud de la novela está en moverse en tres escenarios distintos que complementan la imagen total de ese tiempo, mientras por un lado tenemos el papel principal de Musa y su entorno gobernando sobre Zaragoza, Tudela o Albaida; por otro lado tenemos a un monje que será la unión entre el reino de Asturias y el señor de Pamplona que es a su vez familia del moro Muza, este monje se hace acompañar por un antiguo hombre del norte apresado en una batalla anterior y que se ha convertido al cristianismo y por lo que puedo decir que no os debe sorprender porque unos años más tarde, el mismísimo Almanzor se rodeará de estos hombres para su guardia personal, una guardia y un ejército que hará temblar a todos los reinos cristianos y con el que arrasará Barcelona o Santiago -os recomiendo precisamente la novela del mismo título de Magdalena Lasala que es maravillosa- pero para estos hechos aún faltan unos 120 años, y por último un hombre del norte embarcado en una de sus correrías por Europa que desea volver a su tierra rodeado de riquezas con las que comprar una granja.
Con estas tres visiones del mundo puedes situarte en esos años tan apasionantes sin ninguna dificultad, quizás cueste al principio el uso de los términos vikingos pero con el glosario al final se hace sencillo.
La invasión árabe no fue tal, si hubo una entrada de soldados árabes pero fue más una conversión de la sociedad española, no se si cansados de los excesos de los poderes visigodos -sólo hay que hacer memoria de la lista d reyes para sólo 250 años-, una iglesia cada vez más confundida con su deber y lo que debe predicar -¿no os suena esto?- o que la caída del imperio romano con todo el orden y organización suponía no fue asimilada de forma adecuada por los que llenaron ese vacío. Pero no voy a hacer un estudio histórico, no es la misión de este espacio.
Los personajes reflejan muy bien lo que debieron vivir, esa ingerencia del poder religioso, el menor seguimiento de los preceptos religiosos por parte de los musulmanes de la península, las penurias de los daneses en sus largos viajes, la mala calidad de las armas por una metalurgia del acero aún incipiente, unas obras civiles que aún tendrían que esperar mucho para alcanzar mínimamente las técnicas romas, etc.
Debéis saber que las incursiones de los hombres del norte en la península no fueron tan importantes como en el resto de Europa, al estar en plena guerra y constante las gentes de la península deberían estar más preparadas pero no por ellos y debido a las técnicas usadas por esos hombres llegados del frío nos libramos de sus incursiones pero estuvimos muy lejos de los ataques sufridos en Francia e Inglaterra y si queréis leer de esta última, hay una serie de Bernard Cornwell al efecto y que podéis ver en este blog y que está fechada en la época de Alfredo el Grande, el único de los reyes ingleses que lleva ese sobrenombre y por el que gracias a él se llama tierra de los anglos (Inglaterra) y no Daneland, tierra de los daneses, pero poco les faltó. 
Como cosa curiosa debemos saber que por "culpa" de esas correrías había una cadena de un lado al otro en el río Guadalquivir en la torre del oro y evitar la subida de los barcos río arriba pues Sevilla fue arrasada aunque después se dio buena cuenta de esos "bárbaros".
No me termina de calar el papel de Amaar o mejor debería decir la forma de comportarse de Njall con ella porque dudo que un hombre acostumbrado a tomar con su espada lo que quisiera pues que se frenase con la esclava se me antoja "raro", pero en este caso es una sensación porque el resto del personaje de Njall es equiparable a sus compañeros de correrías.
A cambio el papel de Assona, mujer de Muza y madre de Oria, esposa de García Íñiguez yo le habría dado más poder, que no se me olvide, García Íñiguez fue atrapado precisamente por una de esas campañas de rapiña de los vikingos dejando las arcas de Pamplona vacías.
De los personajes principales pero secundarios yo pondría un punto de interés en García Íñiguez, señor de Pamplona, y en Ordoño I y digo esto porque ver como van cambiado sus relaciones da una pista de como se aliarían los reinos cristianos para combatir el poder de Córdoba y que no debe olvidársenos que era la ciudad más avanzada de su tiempo en el mundo, sólo esos tratos casi merecen una sola novela.
En resumen y tal y como dice la dedicatoria, el autor me deseaba que pasase un buen rato con su lectura y lo ha conseguido.

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