Samantha Harvey
Editorial Anagrama
web: www.anagrama-ed.es
ISBN: 978-84-339-2969-3
Una perlita literaria y estamos a primeros de año, esto es buena señal seguro y encima es la entrada ochocientos de este blog, bonito número ¿verdad?; novela galardonada con el Booker, original, deliciosa, sensible y bella a rabiar, una novela para soñar con las estrellas, con dejar éste único y febril planeta pero no abandonarlo del todo porque aquí tenemos el ancla echada, ver el detalle de la astronauta nipona Chie que acaba de perder a su madre, para intimidades, para ver la soledad de la humanidad en un inmenso e infinto universo que poco a poco vamos comprendiendo -por favor, terraplanistas no os molestéis en leerlo, puede provocaros algún problema cerebral y abriros los ojos y nadie quiere dejar de reirse con vuestras tonterías-.
Una misión en la ya vetusta estación espacial internacinal compuesta por seis astronautas o como dicen los rusos, cuatro astronautas y dos cosmonautas, un italiano encargado de controlar la carga microbiana y que en una sus aventuras culinarias ha dejado una peste de ajo quemado en la estación que no se irá nunca porque no hay ventilación posible. La aatronauta japonesa Chie, encargada de estudiar proteinas en ausencia de gravedad y que añira a su madre fallecida durante su presencia en la estación orbital. El norteamericano Shaun que estudia la flora en ausencia de luz y gravedad en aras de posteriores misiones a Marte. Nell es el británico y estudia en los varios grupos de ratones como sobrellevar las largas estancias en ausencia de gravedad, la idea es fortalecer el corazón porque sufre tanto como el resto de la anatomía humana -los efectos los detalla Harvey con precisión y claridad, estatura, presión arterial, musculatura, etc.- y los dos rusos, Roman y Anton que "viven" en su vetusto lado de la estación y se encargan del generador de oxígeno mientras ver crecer con un cada vez mayor temor una raja en su módulo.
Harvey detalle como es la convivencia, el no "dejar" de usar los baños de unos por otros o la comida marcada de unos y otros aunque luego se comparta, tendrán que informar de todo lo que sienten y padecen aunque alguno de ellos esconda un bulto en su cuerpo por los problemas que conllevaría el dejar la estación. Seis meses de convivencia que se cruzará con una expedición a la Luna, un paso más de nuestra curiosidad y afán de ir más allá aunque el medio nos sea completamente contranatura.
Ver amanecer un montón de veces al día, en un espacio cerrado sin ningún lugar donde escapar, contemplando un terrible tifón impotentes en el sudeste asiático, trabajando en pro del futuro de una especie que parece olvidarse que como este planeta.
La novela es una delicia, intima que invita a la reflexión, hermosa por sus ocho espacios -si, un tetraedro tiene ocho caras, jeje-, un ejercicio contemplativo hermoso, humano e introspectivo. No es una novela de ciencia ficción, ni de viajes espaciales, es algo mucho mejor y formidable, no la dejéis pasar.
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