viernes, 23 de septiembre de 2016

La Bailarina de Izu





Yasunari Kawabata
Ediciones Seix Barral
web: www.seix-barral.com y www.planetadelibros.com
ISBN: 978-84-322-2917-6


No hace mucho tiempo que tuve en mis manos un libor de este premio nobel nipón y del que salí muy satisfecho y me atreví con este sin ningún miedo sabedor de que la cosa iría por buenos derroteros como así ha sido.
Compuesto por veinticinco relatos cortos y ambientada en el Japón previo a la segunda guerra mundial está repleto de imágenes cotidianas y familiares, al ser en momentos dramáticos de algunos de los protagonistas es fácil empatizar con ellos, la perdida de seres queridos y ver como se sienten te inunda de congoja; resulta paradójico ver como se enfrentan los nipones ante la pérdida de un ser querido si lo comparamos con nuestro modo dramático y religioso de ver esa misma situación ante el final de nuestros días.
La primera historia es bastante distinta comparada con el resto de la obra y es precisamente la que da título a esta colección de relatos, en ella un joven estudiante de Tokyo viaja con un grupo de músicos por la península de Izu, en ese grupo viaja Kaoru que le tiene enamorado; en ese viaje de acompañamiento veremos la sutileza e inocencia femenina. El resto de las obras tienen como protagonista a un joven en su decimosexto cumpleaños y diferentes momentos dramáticos familiares -cuidar a su abuelo enfermo, asistir a funerales familiares-.
Algo que me gusta de la forma de escribir de Kawabata es que te enfrentes a una carretera en la que debes conducir a golpe de hachazos, digamos que frente a una historia lineal con sus curvas, cuando esperas como debería desarrollarse lo que ha de llegar pues Kawabata te cambia del rumbo de una forma brusca, sin "avisar", sin que el cambio sea suave; creo que no me estoy explicando bien pero creo que no sabría expresarlo de otro modo.
Impregnado de la forma de vivir la vida de los nipones, con un budismo latente y un sintoísmo que lo acompaña pues olvidemos que en Japón conviven ambas religiones de forma normal, podemos respirar el alma de lo que nos quiere transmitir este nipón con insomnio que se suicidó a los 73 años de edad.
Como muchas otras obras del país del sol naciente, la obra es generosa en descripciones, sutil en las formas, delicada en las maneras y que seguro es una autobiografía de la época juvenil de Kawabata.
De todas las obras me quedo con tres de ellas:
- La bailarina de Izu. Toda ella es deliciosa.
- Castidad sobre los tejados. Simplemente maravillosa y os resalto una frase de la misma: "una mujer fue tan lejos como para decirle que se había vuelto desagradable mirar otro rostro que no fuera el suyo", me ha parecido una declaración de amor brutal,
-Historia, por eso de que algunas cosas no se heredan de generación en generación.
Un libro muy agradable que os hará pasar un rato de lectura muy bueno.

sábado, 17 de septiembre de 2016

La Velocidad de las Cosas




Rodrigo Fresán
Editorial Randon House Mondadori
web: www.megustaleerdebolsillo.com
ISBN: 978-84-9989-695-3

Creo que este es un libro tan repleto de matices que es imposible dar con una sola tecla, porque todo el es una sinfonía de historias a cada cual más inverosímil, más original y desasogante, quizás porque la palabra muerte aparece con asiduidad o porque sin darte cuenta, todas las historias se entrelazan sin que te des cuenta en un solo hilo que es o podría ser la vida del que lo está contando.
Rodrigo Fresán es un escritor argentino afincado en Barcelona del que yo no había leído nada y eso que me reprocho ahora y ahora me pregunto, ¿qué tendrá Barcelona para acoger una colonia argentina tan numerosa? y por favor que nadie me diga Messi que no creo que sea por eso.
La velocidad de las cosas es un libro de relatos, catorce en concreto,  aparentemente inconexos protagonizados por un puñado de seres a cada cual más diferente, un redactor de necrológicas, un pasajero en un barco que no sabes que destino tiene, un obsesionado con la película 2001, un nieto de una superviviente de la matanza de los Romanov o simplemente un hijo de puta.
Para aderezar este magnífico ejemplo de lo que te tiene que remover un libro cuando es magnífico se ayuda de unos personajes también a cada cual más curioso que el narrador de la historia, un narrador que perfectamente puede estar contándote su autobiografía; personajes como una hermana suicida sin brazos, un abuelo que caza ballenas o un escritor famoso del que aprender en la redacción.
Encontraremos un lugar desde donde arranca toda la historia y que es llama Canciones Tristes, este ficticio lugar al igual que el resto también se interconectan, ya sea Iowa, los bosques de Ekaterinburgo o el planeta Urkh 24 porque si, también hay extraterrestres y fantasmas ya que todos nosotros lo somos un poco en este mundo en el que vivimos.
Sospecho que los argentinos ya que Rodrigo Fresán lo es, tienen el mismo deje suicida que los que habitamos la piel de toro, por comentarios que hace sobre un viaje en un avión, etc, veo los mismos ejemplos delo que no debemos hacer al viajar y que todos nosotros repetimos, eso de que Iberia es la mejor pero luego volamos en Ryanair -disculparme pero yo ni loco y otras parecidas tampoco y no es cuestión de ser rico, es cuestión de dignidad, todas te tratan como ganado pero algunas rozan lo delictivo-.
Haciendo mía una frase del libro: "no leer era lo más parecido a estar muerto", este libro es un invitación a la crítica social y al mundo que nos rodea, porque la lectura nos hace libres de las cadenas de los que imponen el pensamiento único. Por eso creo tal y como dice mi amiga Marta, que este libro tiene muchas y muy dispares lecturas y todas ellas complementarias y distintas -vale si, matemáticamente es una redundancia y eso que soy de ciencias-.
Otra frase que quiero hacer mía del libro corresponde a una postal -porque como os digo, el formato es original y novedoso- que dice: "la locura es la más democrática de las enfermedades del hombre, y por lo tanto, a falta de algo mejor, la más aceptable", no sé si porque el libro te rompe todos y cada uno de los esquemas con cada historia pero me quedé prendado de esa frase durante minutos y minutos; ya sea fruto del corsé que a todos nos atrapa, me resultó liberador leerlo.
A pesar de ser cuentos como os digo que al final se entrelazan, hay dos que me han parecido arrebatadores:
Monólogo para hijo de puta con ballenas y hermanita fantasma. Que si al terminar de leerlo no le ponéis mil una cara a semejante canalla es que no tenéis alma y donde compara a Jesucristo con una estufa.
Última visita al cementerio de los elefantes. Y esta segunda por como relaciona a su abuela con la familia del zar, porque solo esta historia ya hubiera dado para un récord de ventas editorial.
Observar como la muerte aparece pero no como un elemento negro al que todos estamos abocados, que va, es un personaje más con el que convivir, al igual que los hijos -el que los tenga-, los hermanos y hermanas, los compañeros de trabajo a los que nos gustaría parecernos, los abuelos que nos cuentan historias o las canciones de nuestra vida. De trazo ágil  y vivo con un par de excepciones como cuando cita algunas canciones o un pequeño fragmento a modo de telegrama del diario de Diane Arbus, que acostumbrado a esa prosa suave, el leer a golpe de puntos te deja KO.
No quiero terminar esta entrada sin dejar de agradecer a mi vecina Marta por haberme enseñado, regalado y descubierto esta joyita. Seguramente no será uno de los tres mejores libros de mi vida pero de entre los cinco creo que si estará.
Espero que os atreváis con esta pequeña dosis de locura contenida que seguro os hará estar más vivos.