lunes, 9 de diciembre de 2019

Sidi



Arturo Pérez-Reverte
Editorial Alfaguara
web: www.megustaleer.com  y www.perezreverte.com
ISBN:978-84-204-3547-3


Tengo en mi memoria de mis años de crío dos libros, "101 Dálmatas" que me compraron mis padres en una feria del libro de Madrid de cuando debía tener cinco años y que ya no tengo y tres libros de leyendas entre los que estaban "El cantar de Roldan", "Los Nibelungos" y "El cantar del mio Cid", los tres ilustrados y en prosa, todavía guardo esos tres libros y lo que te rondaré morena, esos no se van a ir de mi vera en la vida.
Años más tardes de la figura del Cid he tenido ocasión de leer "El Cid histórico" de Gonzalo Martínez que edito Planeta ya hace unos años, por su puesto "El Cantar del mio Cid" y otros como "El Cid, historia y mito de un señor de la guerra" de David Porrina, vamos que NO soy un experto, pero algo si he leído y tengo y tenía claro que no es el personaje que nos vende VOX ni por asomo y si se parecía más a la idea que tenía de lo que Pérez Reverte ha plasmado en su formidable novela.
Pues con esos antecedentes, con mi gusto personal por el escritor me enfrenté a sus casi 370 páginas dispuesto a disfrutar, no debemos dudar de que Rodrigo Díaz de Vivar existió, que debió ser un notable guerrero nacido en Castilla y un soldado de fortuna, que tenía sus lealtades reales, seguro, y sus lealtades de contrato pues también, ¿cómo quitamos el grano de la paja? pues usando el sentido común, tenemos que tener presente que España no existía, todavía le faltan unos siglos para que así sea considerada y otros más para que así se considerara, que no existía ejércitos nacionales ni nada que se le parezca pues eso se constituyó en los primeros años de la república francesa sobre el 1789 para luchar contra los austríacos y otras potencias extranjeras; que la Castilla del siglo XI y el resto de reinos, eran un batiburrillo de alianzas y enemistades en las que se mataban reyes hermanos entre si casi un día si y otro también; donde Córdoba había sido del centro de orbe occidental pero ahora en decadencia después de que Almanzor muriese en la inexistente o falsa batalla de Catalañazor; que la convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos no debía ser tan idílica a como nos la venden en Toledo y mira que me gustaría que fuese tal y como lo promocionan.
Vaya por delante que los personajes que Pérez Reverte siempre me apasionan, todos, sin distinción de condición, religión, sexo, raza o estatura, que me vuelve loco como documenta sus textos ya sea por la lengua, el ambiente o la época y esta novela no ha sido menos por lo que podéis sospechar que nada malo puedo decir de ella.
Ruy de Vivar ha sido mandado al exilio por Alfonso VI, rey de Castilla por haberle hecho jurar que no tuvo nada que ver con la muerte de su hermano Sancho II, del cual era alférez real Rodrigo Diaz de Vivar, en ese compás Ruy deja a su mujer e hijas en el monasterio de San Pedro de Cardeña mientras el parte al exilio en teoría solo a pasar no un año, sino dos por su altanería pues solo uno le impuso el rey, en ese tiempo debe ganarse el pan para si y para la hueste que se le ha unido, amigos, hijos de Vivar u otros soldados de fortuna que han ido a su lado en busca de botín o riquezas que esperan de un soldado de fortuna; de ese modo es contratado por Agorbe para dar caza a una razia de musulmanes que están arrasando esas tierras, así es como se presenta ante el conde Barcelona Berenguer Remont para ofrecerle su espada o así también ante el rey taifa de Zaragoza, ciudad aún no dentro de la corona de Aragón.
Durante ese periplo y mientras cabalga de un sitio a otro, es la memoria de Ruy o sus charlas con Minaya, Ordóñez, Mutamán o cualquiera de los soldados de su hueste Ruy rememorará su reciente pasado, sus gestas como alférez o su rememorada Jimena.
Con un uso de lenguaje delicioso, con arabismos de facilísima comprensión o latinajos que todos recordaremos, nos vamos a sumergir en una época llena de violencia, de lealtades a cambio de un saco de monedas, de fervor religioso que algunas veces llevaba a los mismos extremos de hoy, a convivencia de tres credos aislados y sin mezclarse y que se miran con recelo. Un tiempo de caballos de guerra, de armaduras ensebadas, espadas largas y ballestas cortas, un tiempo en el que la vida de un agricultor no valía nada, pero no pensemos que la de un soldado valía mucho más, valía en la medida que valía su espada.
En resumen, nada de españolismo rancio, nada de salvapatrias de libro de texto manipulado o de propaganda electoral, nada de héroes de poema de caballería, a cambio vamos a tener un relato de frontera, de valientes sin nombre -o con él-, de supervivencia, de campos de batalla con arcos, ballestas, escudos ovalados o redondos, turbantes, lorigas y lanzas.
Por daros una referencia, para los amantes de las novelas de Cornwell, las escenas  de lucha se le parecen y es apto para todos los públicos y creo que ideal para los que quieran hacer comparaciones con "El cantar del mio Cid".

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