Marceline Loridan-Ivens
Editorial Salamandra
web: www.salamandra.info
ISBN: 978-84-9838-711-7
Estamos ante un pequeño relato muy intenso y conmovedor -hago mías las palabras de la faja de la editorial porque creo que son las adecuadas-, ahora que se han publicado varios libros sobre los campos de exterminio nazis alguno podría sentirse saturado por la cantidad de historias y la crueldad de los guardianes pero creo que dejar de leer esos libros por semejante razón se me antoja una frivolidad digan de aquellos que giraron la cabeza cuando los trenes iban cargados de gente hacia las cámaras de gas y esto me viene al caso para recordar el terrible pasado que tiene Francia como colaboracionista y antisemita durante la guerra, el colectivo vencedor de la guerra se encargó de esconder las miserias de los franceses y la misma escritora lo dice cuando pone que su padre fue a Francia buscando la libertad, una libertad que les negaron porque a lo largo de la historia de nuestros vecinos, nunca se caracterizaron precisamente por permitir la libertad de los demás, Haití en el principio del XIX, la propia España en las guerras napoleónicas y el expolio cometido, un comportamiento en las colonias del norte de África y como en este caso, su actitud de total colaboración con los dirigentes nazis durante la ocupación; todo esto queda eclipsado por la resistencia y su lucha, el derecho napoleónico instaurado en toda Europa, etc, vamos que son unos artistas para esconder la mierda.
Pero vamos al libro, este sería otro de los libros que yo recomendaría que leyesen todos los jóvenes; porque cuenta la historia de una joven llevada a Auschwitz-Birkenau en 1944 y que salió viva pero no su padre, una joven llena de vitalidad que se siente culpable por ser una superviviente, una joven de 15 años que tuvo que soportar las inspecciones de Mengele para poder vivir un día más y que se agarra a la vida con todas sus fuerzas porque consigue ver a su padre; una muchacha que a pesar del estar en el infierno quiere honrar a su padre viviendo aunque ella no lo desee porque el ya no está.
Marceline Loridan-Ivens tiene terrible palabras para los franceses, por su puesto también para los nazis pero sorprende que no tiene un gesto de "perdón" para ellos y por eso este no es un libro más sobre el holocausto, es algo más, es un libro de amor por un padre, un libro de reivindicación como superviviente aunque lo sienta, un libro de reclamación a quien quiera escuchar. Habrá algunos que querría saber detalles del día a día en el campo o como hacían para sobrevivir pero creo que Marceline se ha volcado en los sentimientos no en hacernos un diario al estilo Ana Frank y por eso lo hace diferente a otros libros de la misma temática.
A pesar de no creer en Dios, Marceline siente el antisemitismo latente porque según ella es algo permanente, debo decir que tampoco ayuda mucho la situación en Palestina cosa de la que ella se da cuenta y os dejo como resumen final una reflexión de la autora que creo muy acertada:
"El mundo es un mosaico horrendo de comunidades y religiones empujadas a los extremos. Y cuando más se acalora, más se avanza el oscurantismo y más apunta hacia nosotros, los judío. Ahora sé que el antisemitismo es un elemento permanente".
Ojo que los ateos estamos en la misma cuerda de la soga creo yo.
Hoy Marceline tiene 88 y es de los pocos supervivientes aún vivos que nos pueden abrir los ojos a una era tan oscura y malvada de la Europa del siglo XX.
YO lo he leído hace poco y lo reseñaré mañana. Me ha gustado mucho. Besos.
ResponderEliminarRealmente es un libro muy edificante, choca esa actitud de culpabilidad cuando no es/son culpables de nada solo por el hecho de haber sobrevivido.
EliminarA mi también me ha encantado.
Un besote.
A pesar de lo duro que siempre se encuentra una en estos testimonios a mí me gusta leer sobre aquella barbarie. Creo que es necesario conocer, saber. Este libro lo leí hace nada y me gustó mucho. También noto eso que comentas, la sensación de culpabilidad que sienten por haber sobrevivido.
ResponderEliminarbsos!
El libro es uno de los que yo "obligaría" a leer a los jóvenes, digo obligar pero nunca se me pasaría por la cabeza hacerlo porque debería salir de su propia iniciativa, para que todos aquellos que se sienten tentados de crear campos de internamineto al estilo de los de los nazis o de los soviéticos vean a que nos puede llevar los extremos.
EliminarOtra de las ideas que refrescaron la memoria es lo poco críticos que son los franceses con su reciente pasado y eso si me parece muy grave, venden libertad, igualdad y fraternidad pero para ellos solos y eso no es una verdadera revolución.
Un besote y celebro que te gustase, déjame que te recomiende un maravilloso libro de poesía de la primera guerra mundial, lo editó Linteo y se tituló "Tengo una cita con la muerte", creo que te estremecerá.
Lo anoto pues. Gracias.
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