Barbara Cosntantine
Seix Barral editores
ISBN: 978-84-322-0938-3
Necesitaba acabar o empezar, según se mire, el año con una buena dosis de "buenismo" humano y la semana pasada cuando agarré este volumen de esta desconocida escritora francesa para mi, su contraportada me sedujo y su contenido, también.
Como apunta la nota de Le Berry, libros como estos deberían estar financiados por las seguridad social, es dulce, tierno, divertido y lleno de emociones delicadamente humanas de las que poco a poco nos vamos dejando por el camino a medida que vestimos canas y peinamos arrugas, con un estilo cercano a "El Principito" el personaje de la obra, Tom, nos ablandará el tuétano y nos hará poner buena cara y eso es lo que necesitaba, poner buena cara y por eso pienso que he acertado con su lectura.
Un muchacho de once años, Tom, vive con su madre soltera en una destartalada caravana y sobreviven como pueden, cogiendo frutos de los huertos de los vecinos -la pareja de jubilados que seleccionan hasta la película para que Tom pueda verla es deliciosa-, haciendo ramos de flores y sin descuidar su educación, un día en uno de sus raids de rapiña hortofrutícola encuentra a una anciana en el suelo y gracias a la intervención de este pequeño la anciana salva la vida. Por esas cosas de la vida, las vidas de todos los personajes de la obra están ligadas y nos os destripo los vínculos, pero es muy enternecedor ir descubriéndolos a medida que pasas páginas.
Tom se comporta como una persona mayor, cuidando tanto a Madeleine como a su madre y en contraposición, su madre Joss se comporta como una madre inexperta más cercana a la adolescencia que a la madurez, aunque si se la compara con su amiga Lola, Joss es una mujer tremendamente madura.
Algunos pasajes os arrancarán sonrisas delicadas, de esas que dejan arrugas en la cara, de las que denotan felicidad, lo que es una lástima, es que difícilmente esta historia pudiera ser real, pero me importa un comino, porque yo si la he visto real.
Es posible que la vida no nos de nunca una mano ganadora, pero no tenemos porque ser unos perdedores, no es cuestión de ajo, agua y resina como predica la iglesia, no, hay que tratar de mejorar en la medida de lo que podamos acariciar y como muestra los esfuerzos de la madre de Tom, Joss, por seguir estudiando o los del padre, por dar una vida mejor a su "familia".
He quedado encantado y si me veis con una sonrisa, mucha culpa la tiene esta escritora francesa.
Feliz año nuevo.
Lo tengo apuntado, que tiene muy buena pinta y ya he leído alguna otra crítica positiva =)
ResponderEliminarBesotes
Como he apuntado Shorby prepárate para una buena dosis de "buenísmo", para las fechas que corren siempre es agradable leer algo así o por lo menos para mi.
ResponderEliminarUn besote y feliz año.