Anónimo
Editorial Seix Barral
ISBN: 978-84-322-2570-3
El diplomático francés Jean-Yves Berthault en la mudanza de un estudio descubrió un estuche de piel con cartas escritas a mano datadas ente 1928 y 1930, todas ellas de una misteriosa mujer llamada Simone y destinadas a un joven de nombre Charles; Simone es una mujer de la alta sociedad parisina, sin ataduras sociales por lo que deducimos que puede ser viuda mientras Charles es un hombre más joven que ella, casado que se conocen por azar y que comienzan una relación amorosa llena de lujuria y desenfreno.
A modo epistolar solo tenemos las cartas que recibe el joven Charles pero no las que recibe Simone y eso supone un bello ejercicio de correspondencia imaginaria entre nosotros y la carta que ha de recibir entre una y otra.
El éxito que supuso las sombras del petardo ese de nombre que no pienso publicitar porque es una castaña potenció de forma exponencial la literatura erótica a cotas nunca antes vistas o por lo menos a mi me lo parece.
Tomemos esta obra como un diario, el diario erótico de Simone, un diario que dura dos años y en el que nos escribe sobre sus ansias, sueños eróticos, sus deseos sexuales; no debemos olvidar que es una mujer del primer tercio del siglo pasado y aunque sea en la liberal París, no deja de ser un viaje a un lugar poco transitado para una mujer y para un hombre porque los deseos de ambos pueden chocar con el resto de la sociedad.
Las cartas van subiendo de temperatura poco a poco, de los primeros tocamientos a las más "guarras" fantasías que se le ocurren a la madura y provocativa Simone a su moreno y joven amante Charles, un amante que cambiará de roles según avance la relación siendo a veces Charles o Lotte, según el papel que la procaz Simone imagine o le haga desear, es posible que algunas descripciones por repetitivas resulten pesadas pero avanzar más en la historia porque trémula para describir la polla de Charles resulta cansino pero a las cosas las llama por su nombre, culo, coño, etc y eso si se agradece porque no soportaría que se anduviera con zarandajas o sinónimos dignos de un colegio de parvulitos.
El amor de Simone por Charles es sin condiciones, renunciando a casi todo por conseguir el placer de su amante, desde dejarse azotar o a verle en manos de un hombre dándole placer, no podemos saber el grado de correspondencia aunque se sospecha, del mismo modo que sospechas como dice Simone casi al final del carácter cambiante de Charles a pesar de buscar a Simone siempre que puede y es cuando aparecen los celos de Simone, pero no son los celos de Othelo, son los celos de una mujer enamorada que sabe que cuando se acabe todo al menos quedará en su memoria todos esos instantes de placer por eso me encanta una frase que le escribe en su carta final: "merezco que pienses en mi de vez en cuando", no hay rencores, hay dolor por la ruptura pero no hay venganza catalana, no hay reproches y por eso adoro a esta mujer que no es de su tiempo.
Podemos plantearnos si estas cartas están escritas por el propio diplomático, si esta historia existió o no existió y creo que eso da lo mismo, porque lo que adoro es que es una historia de dos adultos -aunque uno me parece más adulto que otro- donde una mujer sabe estar a la altura cuando todo se va al traste, porque se entrega en cuerpo y alma buscando la felicidad del otro y entonces me acordé de la charla del Principito sobre la diferencia de querer y amar y me ha hecho pensar sobre mi y mi presente y aclararme que yo no quiero a cierta dama porque en realidad la amo con todas las células de mi pellejo pero en fin, que me pierdo y lo mejor, así los que leen este espacio lo saben antes que ella porque ella no sabe nada, jeje.
Como os apuntaba unas líneas más arriba, la pasión va subiendo de temperatura, de ser situaciones de dos amantes hasta pasar a una hipotética de cuatro, con la congoja de Simone de que esas experiencias la distancien más de su amado Charles; escrito todo de forma clara y explícita mezclan lo carnal con lo psicológico donde una mujer valiente, decidida y completamente entregada nos seducirá hasta las pestañas.
Por favor tirar a la basura la famosa trilogía y leer historias dignas como esta, me negué a escribir una entrada en este blog de esa infumable obra y seguiré con mi apostolado, las mujeres sois más listas que Anastasia -nadie en su sano juicio se cree su personaje- y los hombres no somos como el cretino de Christian, aunque algunos tengan aviones privados. Con esta obra si puedo decir que los hombres si podemos ser como Charles -no me refiero por los gustos aunque para gustos los colores pero si por los miedos- y que las mujeres podéis ser como Simone que es ella la que decide poner fin a esa historia pero no sin antes pedirle una explicación sin hacer una drama como él la hace.
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