domingo, 22 de diciembre de 2013

Muerte Súbita



Álvaro Enrigue
Editorial Anagrama
ISBN: 978-84-339-9769-2

Estamos ante una obra muy curiosa e interesante, en un hipotético enfrentamiento tenístico -si, de tenis- entre un joven Caravaggio y un prófugo Quevedo en las maravillosa plaza de Navona, estamos entonces en la preciosa y maravillosa plaza de Navona de Roma, en un duelo que se ha trucado en un enfrentamiento a tres sets se enfrentarán estos dos grandes genios del arte; no entiendo muy bien la forma que tiene de ver Enrigue al genial poeta, denoto ese poso de "cariño" arraigado en ciertas partes de América, Caravaggio era un verdadero golfo, un asesino confeso que tuvo puesto precio a su cabeza por duelos y muertes en extrañas circunstancias que le llevaron a huir de Roma primero y de Malta después; mientras el bardo de gafas estuvo en prisión precisamente por meterse con el poder establecido, no me encaja eso de que se convirtió en un homófobo, antisemita y nacionalista español, en los tiempos que corren esto último me suena tan mal y es que además me parece del todo infundado y sin sentido; si sus fuentes son sus peleas con el sevillano Góngora pues tampoco puedo entenderlo pero vamos a dar por bueno las palabras que escribe el autor en las que dice que no hay nada histórico en esta novela, ni los hechos que cita de Cortés, su hija, el conde de Osuna, Ana bolena o Cuauhtémoc; su antisemitismo se puede entender por los tiempos en los que vivía el poeta pero analizar un personaje con los ojos del siglo XXI es una injusticia absoluta.
La obra arranca con la decapitación de la reina Ana Bolena de manos de un verdugo y mercenario francés, del pelo de la malograda reina se construirán unas pelotas de tenis -como era costumbre-, a su vez Malinche trenza un escapulario para Cortés con el pelo de Cuahtémoc y el mundo de ensancha de forma exponencial al contacto de dos imperios; ¿qué pudo pasar para que el poeta y el pintor se citen en un duelo que se torna un partido de tenis y que se relacionen con los indios nahua o las mitras hechas de plumas de aves?
Entre juego y juego se cuelan las historias que tejerán esta novela y el motivo por el que se han retado el poeta y el pintor, la historia de unas pelotas de tenis hechas con el pelo de las tranzas de una reina que van pasando de mano en mano o como Caravaggio se sirve de los seres más bajos del escalafón social para ser sus modelos en los cuadros que le encomiendan, poco a poco se va engranando y tomando sentido y comprendes como la caída de Tenochtitlán  supuso el fin de algo o mejor dicho, el comienzo de algo nuevo.
Estamos ante un instante nuevo, la explosión del barroco sin los metales de América hubiera sido imposible, sin América Europa no habría sido lo que es hoy, el tenis o juego de pelota es una excusa, el concilio de Trento es el contrapunto religioso, un instante que sólo el que ha estudiado la historia de España puede darle la importancia real que tiene pues se convirtió en el pilar de una fé contra la que luchaban todos, desde los "enemigos" naturales hasta los aliados lógicos, empezando con Francia que se aliaba con los turcos para socavar el poder de los Austrias o la misma Venecia e incluso el mismísimo papado; creo que la maldita leyenda negra ha terminado calando hasta en nuestra propia forma de ver la historia y con esto apunto un pequeño detalle, se quemó a más "brujas" en los países de Europa que en España y por si acaso alguien tiene dudas, la Inquisición no fue un invento español, que se lo pregunten al espíritu de lo cátaros franceses.
Me estoy perdiendo, todas estas reflexiones vienen a cuento a que no me gusta nada en absoluto a como nos ven o como quiere reflejar a los españoles en la novela; en absoluto Caravaggio era un tipo moderno por como veía la modernidad o la celebridad, era un perfecto vividor, pendenciero y un genial pintor, pero en la novela me parece como un partido de fútbol con árbitro muy casero y que no puede remediar su antipatía por uno de los dos oponentes. Al estar en un formato de tercera persona que a veces parece un estudio que más que una novela te mantiene pegado a la trama, esa forma de intercalar hechos aparentemente inconexos te refresca la mente en un ejercicio de atención relajante; con todo yo la dejo ya acabada entre mis libros con mal sabor de boca, en un arrebato de afirmación patria que seguramente sea un error no puedo por menos que quejarme, la historia podemos verla de mil forma pero no podemos ser tan torpes de dar por buena la forma de verla tan holandesa y británica que nos meten por los ojos muchos escritores de novela histórica o la nacionalcatolicista de los años posteriores a nuestra guerra civil, seguro que en el punto medio hay un equilibrio más próximo a la realidad y cierro con una anécdota personal de mi paso por Perú, pasamos por la localidad de Pucará, pueblo de los Kalasaya que fueron derrotados por los Incas, el guía se emperró en decirnos que los incas era un pueblo pacífico que vivía en paz con sus vecinos -no se lo cree él ni harto de hoja de coca- que sus dioses asimilaban a los de los pueblos conquistados pues este se llamaba "El degollador", pues eso, pacíficos.


2 comentarios:

  1. ¡Pero si la escribí con un amor loco por Quevedo!, colega. Osuna y Zumárraga quedan mal porque no eran tan buenos bichos, pero nunca he tratado con tanto cariño y devoción a un personaje como lo hice con mi admirado --y leído de cabo a rabo varias veces-- Quevedo. Y hay un esfuerzo bárbaro por entender y humanizar a Cortés, lo que tenía de conmovedoramente humano --a pesar de que fue autor de tremendas atrocidades, igual que sus enemigos aztecas --que tampoco quedan nada bien (en la novela Cuauhtémoc es una máquina de matar, un oficial de la gestapo). Y la novela termina con Vasco de Quiroga, incluso demanda su beatificación como humanista ejemplar --dice que si hubiera una copa del mundo de humanistas, le ganaría a Erasmo-- porque entendió el proyecto de la Conquista de América en términos alucinantemente generosos y ejecutó su proyecto más allá de sus posibilidades. Es una novela contra la leyenda negra, precisamente.

    En fin, Ángel Iván, nunca respondo a la crítica, pero me gustó la densidad de tu lectura y si polemizo un poquito es sólo en los términos políticos de tu reseña --soy un militante anti leyenda-negra. Sobre todo, gracias por leer mi novela y darte el tiempo de pensar en ella.

    Saludos,

    Álvaro Enrigue.

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    1. Estimado Álvaro pues entendí con la rabadilla, disculpa y te prometo una segunda lectura, palabra.
      Ha sido un verdadero placer leerla, el experimento me ha parecido muy interesante y refrescante y seguramente yo mismo cree esos "prejuicios" que achacaba en la novela para con el personaje de Quevedo, si te fijas no digo nada de los compañeros porque en estas tierras siempre se ha presumido de "hijosdalgo" para vivir de las rentas y no dar un palo al agua y esos personajes me envenenan.
      Lo que si me gustaría si puedes y no te es mucha molestia-se lo he pedido a una amiga paisana tuya originaria de Monterrey pero me temo que ha caído en saco roto pues no me hace ni caso- recomiéndame un libro de historia precolombina para conocer todo esa historia sin pasar por el tamiz de la wikipedia, hispanistas de dudosa reputación o que analizan el siglo XVII con ojos del XXI.
      Ah, Caravaggio me apasiona, he tenido el placer de ver "La decapitación de San Juan Bautista" en la concatedral de La Valleta que para los que la busquen, está en el oratorio -en un lateral-; y volviendo a Caravaggio hay una novela muy cortita de Camilleri "El color del sol" que creo que te apasionará.
      Muchísimas gracias por el rato de lectura, el experimento me encantó y te prometo una segunda lectura y te ficho para mis libros de cabecera, jeje, no lo tomes como amenaza, tómalo como cumplido porque disfruté mucho leyendo tu novela.
      Cuando escribo mal sabor de boca es -seguro- porque también me dejo llevar por ese sentimiento de que los malos son los demás, no porque la historia no me gustase, es como las novelas negras que necesito que el canalla sea malo, no quiero que se redima o porque prefiero "El burlador de Sevilla" a "Don Juan Tenorio".
      Un cordial saludo.

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