Alvydas Slepikas
Tusquets Editores
ISBN: 978-84-9066-963-1
El avance del ejército soviético al final de la segunda guerra mundial tras la debacle alemana fue tan rápido que muchas población civil, hizo que sobre todo mujeres y niños quedasen abandonados a su suerte en todo el frente oriental sobre todo la zona alemana que era conocida como Prusia Oriental; después del comportamiento de la fuerzas armadas alemanas durante su invasión los rusos no se mostraron precisamente como caballeros y sus excesos, violencia, robos, violaciones, etc. era moneda de cada día y sin una autoridad civil que defendiese a esa población indefensa. Mucha de esa población más tarde fue deportada a la fuerza de su propia tierra y la de sus antepasados tanto es así que ese territorio aún pertenece a la federación Rusa pero sin ápice de huella germana, ni poblacional ni de construcciones o monumentos.
La población civil trata de sobrevivir como puede, las pocas mujeres procuran afearse para no ser el blanco de los borrachos soldados rusos que se creen que es su derecho por botín de guerra el violarlas cuando a ellos se les antoja, ni las niñas se libran, los críos son los únicos "hombres" y tienen que salir en búsqueda de comida para ellos y toda la familia, se esconden en trenes que pasan por Lituania y trabajando tratan de obtener algo que llevar a la familia pero sin saber si cuando vuelvan van a estar donde los dejaron porque el ejército soviético lo primero que hizo fue echarlos de sus casas y después llevarlos en camiones a un destino incierto.
Martha, Lotte y Eva son tres mujeres alemanas, amigas, mujeres de soldados del ejército alemán que han caído en el cerco de la tropas rusas en su avance hacia Berlín, entre ellas y con sus hijos tratan de sobrevivir en un mundo postbélico sin nada que poder ofrecer para poder comer tanto ellas como sus hijos, los hijos varones se embarcan en trenes que pasan por Lituania con la intención de traer algo que comer y escondidos entre los bosques y la nieve en un terrible invierno pronto son conocidos como los "niños lobo"; Helmut, Heinz, Renaté son unos de esos niños, que suplican un chusco de pan duro, una patata o un trozo de tocino con el que alimentar a su familia muchas veces sin pensar en ellos; mientras en su casa, los pequeños y sus madres se alimentan con lo que pueden recurriendo a veces al eufemismo de llamar conejos a las pocas ratas que ya quedan en la ciudad.
Estamos ante una bella y durísima novela, que el ejército alemán cometió verdaderas atrocidades inhumanas y salvajes lo sabe todo el mundo porque las tropas aliadas se encargaron de mostrarlo -o mentir directamente como hicieron los soviéticos con la matanza de los oficiales polacos que atribuyeron a los alemanes- y esto es porque la historia la escriben los vencedores pero también es bueno saber que en Normandía el ejército americano no cogía prisioneros, que en Dresde la población era toda civil y el Comodoro Harris de la RAF encargó el bombardeo más miserable de la historia al final de la guerra o el periplo de los soldados prisioneros alemanes cogidos por los rusos y su cautiverio en Siberia; en fin seguro que alguien piensa que quiero blanquear los crímenes nazis y no voy por ahí o está muy equivocado, solo quiero decir que la victoria aliada no fue tan limpia y pulcra como pueden vendérnosla.
Slepikas nos narra una épica historia sobre la supervivencia humana, una historia donde los hijos cargan las culpas de sus padres, de heroísmo, de sacrificio, de solidaridad pero de la miseria humana también, de amabilidad entre personas que no se conocen de nada pero que eran sensibles al dolor ajeno, a su hambre o su dolor, independientemente de la nación o su lengua; debo recordar que las repúblicas bálticas fueron las primeras en separarse de la URSS porque realmente ni eran ni se sentían rusas, eso si, la zona de Prusia Oriental fue separada del territorio alemán, su población deportada -como la zona de los sudetes o Alsacia- y repartida, en este caso entre Polonia y la URSS.
Una formidable novela que creo que os va a encantar pero que no es de verano, porque merece la pena empaparse de la historia y de hacerlo, seguro que os deja huella.
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