Ediciones Salamandra
web: www.salamandra.info
ISBN: 978-84-9838-965-4
Primer título del año y de un escritor de los fijos de este blog, tanto es así que creo que están tres obras anteriores aquí comentadas.
Como las anteriores obras de Koch, también esta es una maravillosa fotografía de la sociedad actual, en concreto de la holandesa y puede hacer que nos replanteemos muchos de los mitos y estereotipos neerlandeses ¿o debería decir de los países bajos ahora que no se llaman Holanda?.
Menos impactante que "La cena" en esta ocasión también nos plantea un buen tema para reflexionar: los celos, ¿podemos decir que dependiendo de la situación geográfica o situación social podríamos diferenciar la forma de ver las relaciones entre las personas si estamos en el norte o el sur de Europa, o si estamos en el este o el oeste?, todos tenemos claro que no vemos la vida de la misma forma ya vivamos en un sitio u otro, pero quizás todos tengamos pensemos que hay ciertos comportamientos que son comunes ya que los crímenes machistas se dan en toda Europa y no solo en la franja mediterránea; ahora bien, ¿por qué si tenemos que poner un ejemplo de ciudadano europeo celoso diremos un español o un italiano por ejemplo y si tenemos que dar un ejemplo de lo contrario diremos un holandés o un sueco?, ¿no estaremos demasiado mediatizados por los usos culturales que son solo eso y no una realidad?
A diferencia de otras novelas, creo que el principio prometedor de esta obra al final se diluye un poco haciendo que pierda mucho del interés con el que nos pica al principio, incluso muchas de las paranoias que darían mucho juego hacen que se pierda un poco de interés, pues un caso de celos se ve mezclado con un alegato por eutanasia, anti molinos eólicos o racismo, o una queja contra el turismo.
Robert Walter, nombre ficticio del alcalde Ámsterdam está felizmente casado con una mujer de un país más meridional que los Países Bajos, Sylvia, que por la descripción bien podría ser un pueblo de la Mancha, Extremadura o Jaén mismo por decir algo, morena, activa y sin tacha; este hombre modélico es padre y marido ejemplar, hijo de un matrimonio aún bien de salud en todos los sentidos, física y mentalmente hablando; pero basta una charla intranscendente y cierta forma de sonreír de la esposa del alcalde con el concejal de medioambiente Maarte van Hoogstraden para que su cabeza tenga un cortocircuito y se comporte como Othelo y de ver enemigos por todos lados.
Como Robert es el prototipo de hombre cabal, racional no sabe como encauzar esos sentimientos celosos que le atormentan, justifica lo que pudiera hacer de vivir en el país de su esposa pero nunca en los Países Bajos lo que denota un racismo supremacista sinceramente asqueroso a mi parecer, para complicar el asunto sus padres han decidido poner fin a sus vidas antes de ser una carga para nadie, pero ojo, nada sale como te lo esperas y terminan comportándose como un canalla egoísta uno de ellos, ya veréis quien, su amigo de la infancia Bernhard con quien conoció a Sylvia va a morir dentro de poco y se lo dice pues a pesar de vivir en Estados Unidos es el único amigo que conserva y que se le puede llamar amigo, la hija del alcalde está en esos años de paso de la pubertad a la juventud y sus primeras relaciones serias y todo viviendo en una ciudad sucia -dicho por él- que recoge la basura dos veces en semana y que a pesar de hacer recogidas selectivas en contenedores especiales al final mezcla todo el vidrio, que no cuida al turista salvo al que tiene mucha pasta, la verdad es que dan pocas ganas de ir a visitarla y mira que tengo ganas.
Pues imaginar todo ese potaje, pues el final es cierto galimatías que no entiendes salvo que se va a la tierra de su mujer y que no se presenta a la tercera reelección como alcalde a pesar de ser uno de los hombres más influyentes del país -esto tiene algo que ver con cierto error de juventud, pero que queréis que os diga, por cosas más gordas en países cercanos no ha pasado nada-, no se si la moraleja del Koch es que quiere ser un holandés viviendo en un pueblo de Extremadura siendo el único rubio de casi dos metros que colabora con su mujer en la cocina y sintiéndose el "único" porque al final se comporta como todos.
En resumen, es menos jugoso que "La cena" pero se pueden sacar conclusiones interesantes de todos modos, en cualquier caso una novela de que nos puede remover un poquito por los temas que trata.
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