Carlos Zanón
Editorial RBA
ISBN: 978-84-9056-008-2
Os traigo una novela negra soberbia, de perdedores que no tienen nada que ganar porque lo han perdido todo, llena de esos personajes que se te meten en el tuétano y con los que es imposible no sentir empatía, cabreo, alegría o malaleche, todo dependerá de vosotros y de como os hayáis levantado la mañana que empecéis este libro.
Vibrante, negra como el alma de un ogro o la de un demonio que se mezcla en una cuchara antes de inyectarse en una vena, una oda a lo que crees que fue y nunca lo fue, una novela repleta de esa belleza que solo los dramas pueden impregnar la vida y todo con la esperanza vana de tratar de empezar de cero como si todos nuestros errores no vieran a buscarnos en el momento más inoportuno.
Carlos Zanón se ha ido a una barrio del extrarradio de Barcelona, a un barrio humilde que huele a "corrala", a chascarrillo de patio, a dolores que conoce el panadero y tu vecina de puerta, a tiempos pasados de ciudad humana que ya están extintos; ojo, es una novela dura, que hace que te den ganas de abofetear a Francis, abrazar a Marisol o tirar a la vías del tren al sr. Damián o a los dos "ayudantes" suyos.
A ese barrio ya decadente vuelve Francis, Mr. Frankie, un guitarrista roquero en búsqueda de sus inicios, de sus sueños antes de comenzar esa escalada a la fama, a una fama efímera y llena de trampas y en la que el camino le llevará a desatender a sus hijos, su mujer, su familia, su hermana y todo lo que realmente importa; en ese barrio vuelve a encontrarse con su padre, un hombre que abusó de su hijastra y que es un hombre vencido y derrotado pero no por ello inocente, su hermanastra que es la querida del capo local y dueño del bingo y de todos los negocios turbios y oscuros o un último amigo vivo que se ha escapado del estrago de las drogas.
Aún con todo, hay gente que tiene suerte aunque no se la merezca, ¿podría ser Francis uno de esos?, lo más importante, no hay moralinas, ni discursos grandilocuentes, es la realidad de una crónica del día a día de algunas personas que por todo horizonte tienen la papelina que llevan entre las hojas de un libro y que añoran ser los que fueron en esos instantes de fama que dicen que todos tenemos en la vida -mentira cochina, pero bueno-.
Nuestro protagonista principal tiene tantas facturas por pagar que casi es imposible que no caigas en la tentación de esperar que algo le vaya bien tal y como el quiere pero pensarlo bien, ¿se lo merece?; solo por la escena de verse con su hijo cuando le da el CD grabado puedes pensar que si pero las cosas no pueden ser tan simples, o cuando va con su hermanastra Marisol a casa de Don Damián a robarle porque "se lo debe" y es cuando yo me doy cuenta que realmente la que me gusta y arrebata de la novela es la bella Marisol, quemada con ácido y todo, que ella es la verdadera superviviente de la historia de Francis, ella y su hijo Víctor.
Es que no pararía, no tiene desperdicio, colgarías de los pulgares al Xavi por canalla, tratarías de salvar a la señora Inma, de avisar a Liz de donde se mete o de tratar de evitar que muera Ona, agh es que no quiero que Francis tenga suerte, es un maldito canalla.
Le voy a poner un par de pegas a pesar de todo, a veces te ves superado por las menciones musicales y es que uno cada vez se acuerda menos de ciertas cosas y retiene mejor la Obertura 1812 de Tchaikovsky que grupos de rock de los que habla Zanón por boca de "Johnny Thunders" y la otra tiene que ver con la edición, hay unos pequeños diálogos en catalán que para los torpes en idiomas como yo pues te dejan en blanco, los primeros se entienden sin problemas y eso que yo no lo hablo en la intimidad pero a medida que la trama se hace más compleja o tiras de traductor de google o no te enteras ni del nodo; aún así, son cortitos pero es una pena que no esté a pie de página su traducción al castellano.
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