Andrea Camilleri
Ediciones Salamandra
ISBN: 978-849-983-506-9
Como en las anteriores entregas, Montalbano es un hombre maduro, con todo lo que eso conlleva, se está haciendo mayor y el lo siente y eso le causa cierta pesadumbre pero que en ningún caso supone una merma para sus capacidades detectivescas, pero lo "terrible" es que es consciente de su vejez y eso le aterra.
No voy a comentar nada respecto a las formas porque en este blog hay multitud de entradas de como escribe este inmenso siciliano, un hombre que describe el mundo delictivo con mucha maestría y que no se aparta de placeres mundanos de modo que todas sus historias te permiten tener tu mente y cabeza relajada en la lectura, ejemplos como la comida o los pasajes surrealistas del indescriptible Catarella. Esta entrega tiene como novedad que sus subordinados tienen menos papel en el curso de la historia e incluso Livia o la mismísima Ingrid -siendo pieza clave en la historia- son personajes secundarios, son terciarios si es que esa posible clasificación existiese.
Siempre he dicho que Camilleri tiene una forma de escribir que se distancia un abismo de los escritores del género nórdicos, que todo lo que escribe lo hace tan próximo y cercano que es imposible no disfrutar de los placeres de la mesa cada vez que le lees que se sienta a comer en cualquiera de los lugares que te describe y si vierais mis libros seguro que detectaríais las manchas de mis jugos gástricos en sus páginas.
Vigàta está viviendo un tiempo de calma chicha -me gusta la expresión, jeje- Montalbano está liado quitándose su cruz personal que no es otra que la burocracia que le inunda la mesa, algo que le irrita terriblemente, día tras día pasan hasta que dos viejos hermanos que no salen a la calle desde hace años, los hermanos Palmisano se lían a tiros con los transeúntes y obliga a nuestro comisario favorito a tener que intervenir para evitar una desgracia, cuando entra en la casa de los dos desequilibrados religiosos desde donde efectuaban los disparos descubre una casa de otro tiempo, sin luz eléctrica, una sala llena de crucifijos de todos los tamaños y una muñeca hinchable en la cama del varón de los hermanos a la que el perturbado no deja de llamar esposa, este hecho abrirá la espita a todos los acontecimientos posteriores cuando el comisario recibe la propuesta de un juego de búsqueda de un tesoro y la aparición de una segunda muñeca igual que la otra, con los mismos parches y las mismas faltas, un juego que pica a nuestro inquieto comisario y que a falta de hacer algo se implica en él; este aparente juego se complica, un juego que parece una competición para ver quien es más listo, algo así como si un nuevo pistolero llegara a la ciudad y quisiera retar al viejo pistolero; el secuestro de una bonita joven aparentemente ajeno al juego lo retuerce todavía más y lo que aparentemente es un simple juego se convierte en una verdadera pesadilla; esta es la primera novela donde Camilleri mete un componente psicológico pues normalmente se inspira en las pasiones humanas y mundanas aunque fríamente, la envidia, el querer ser mejor que los demás es una pasión verdaderamente humana.
Se podía caer en la tentación de compararlo con la maravillosa "Wilt" pero las muñecas y algún mal entendido son todas sus similitudes, para algunos quizás ya sean muchas pero no, las muñecas son importantes pero de otro modo.
Como en todas sus entregas, Camilleri no se olvida de un humor -el detalle de las muñecas en su casa o de como actúa su ahijado-, ni de la buena vida -tengo que buscar esos platos en internet para intentar cocinar alguno, menos la cabeza de cordero-, sigue teniendo esos dejes de viejo verde pero que no son ofensivos, ver en cualquier caso la descripción de las chicas, tanto la desaparecida como de la amiga o de la mismísima Ingrid.
Una delicia, una gozada, pero como siempre digo, no soy nada imparcial con Camilleri, a mi me encanta a rabiar y sus novelas duran lo que un pastel en la puerta de un colegio
Una cosa muy positiva en esta última entrega para los que no hayan leído nada sobre la saga de Montalbano, esta puede leerse casi independientemente porque no influye historias pasadas de Livia, Ingrid, Fazzio -menudo golfo por cierto- o sus jefes, quiero decir que aunque aparecen en la obra no te obliga a saber algo de forma previa.
Pd. yo quiero conocer la trattoria de Enzo y comer esos platos o cualquiera de los que le prepara Adelina, palabra que no abriré la boca para hablar, por cierto que en mi casa se suele decir que parece que yo no he ido a comer porque no se me oye, y es que cuando como, como.
Me encanta Andrea Camilleri, un autor que descubrí hace poco pero del que ya me he leído algunos libros. Besos
ResponderEliminarYo creo que no me he perdido ni uno solo y me pasa como a ti, me encanta y lo considero unos de mis escritores favoritos.
EliminarAl igual que Markaris, Camilleri es un hombre muy involucrado socialmente, cosa que yo agradezco mucho a la hora de abrir sus páginas porque te habla de situaciones que te son familiares y comunes.
Besotes y buen finde.
No he leído nada de Camilleri. De hecho, no soy adicta a las sagas. Pero tal vez siga tu recomendación. Últimamente veo demasiada "basura literaria" en los estantes. Llevo seis meses sin poder decir: "He terminado un libro estupendo".
ResponderEliminarBesosss.
Pues si quieres iniciarte con este escritor sin meterte en series, comienza con "El traje gris", creo que te gustará.
EliminarYo debo admitir que llevo una buena temporada con todos los libros que he terminado.
Un besote y feliz fin de semana.