Sam Savage
Editorial Seix Barral
ISBN: 978-84322-1005-1
Llega la tercera novela del autor de Firmin a mis manos, una novela que empecé con mucho ímpetu pero que me fue deshinchando poco a poco, el que fuese una novela intimista tiene un terrible riesgo y es que si no empatizas con el protagonista -la en este caso- se te atraganta y te termina cabreando, no cabreando porque la novela sea mala, te cabrea porque el protagonista te cae rematadamente mal y a mi me ha pasado esto.
Una editorial le encarga a la mujer, Edna, de un escritor fallecido, Clarence, un prólogo para una novela póstuma de este, un escritor que solo ha escrito una "buena" novela en la vida y que se te atraganta tanto como la misma Edna, menuda pareja Dios, y Edna sin decirles ni confirmarles nada se pone manos a la obra con su eterna compañera que no es otra que una máquina de escribir, es quizás lo único que me mantuvo atado a la simpatía por ella cuando va en busca de citas para su máquina, una máquina obsoleta y fuera de tiempo, tan fuera de tiempo como ella misma.
Edna empieza a escribir en realidad su propia vida y aprovecha los instantes pasados con su marido para vengarse, vengarse por haberla dejado por una mocosa de una farmacia aunque ella parece decir que no la importaba por sus palabras puedes decir que si le importaba realmente, un marido egoísta, mediocre, nada original y con el que creo que hacen una perfecta pareja de perdedores pero al que un árbol de una carretera pone fin a esa extraña relación, lo que pretende ser un homenaje a su marido al final destila resignación por no haber cortado sus ataduras con él, no vale decir que su pasada niñez es terrible y es que tanto acudir a explicar nuestros actos presente por nuestros ancestros a mi me termina cargando más que nada porque hay gente que se sobrepone y son brillantes y no protestan, vaya ya estoy haciendo filosofía barata.
Digo que no es un homenaje porque asume como normal que su marido se marche con Lily y ella no haga nada en absoluto, se deja llevar y con ese tipo de personas no puedo, o cortas o luchas pero no te puedes quedar parado y callado.
Edna es la típica vecina que yo procuraría no tener nunca cerca, a la amiga que nunca recurriría, a la persona que no le dejaría ni un cactus para que me lo cuidara porque solo la descripción de como vive en su propia casa te produce casi vómitos, o el poco cariño que le pone a cuidar unas plantas y una mascota de una amiga, su única amiga, es toda ella un despropósito en la que la ironía para ser su única defensa y a veces ni eso. No paga ni a su casero y dilapida con su esposo un importante patrimonio monetario a cambio cuando lees que lleva alimento a las palomas pues te dulcifica el personaje pero no penséis que es un encanto permanente, que va, vasta leer un poco más para que te vuelva a cabrear una vez más.
Edna es una persona neurótica, típico personaje de muchas novelas americanas, con todos los tics propios y a la que le falta un hervor por muy inteligente pueda parecer, cuando parece enternecerte no tarda ni dos páginas en volverte a cabrear y pongo por ejemplo en la limpieza del entorno de la acampada o el cuidado del gato famélico o la búsqueda de un hipotético dueño de una máquina de escribir pero estos detalles apenas es anecdótico en su caótica y desordenada vida, ¿será que necesito una vida ordenada y cuadriculada para mi? quien sabe. La ida de Edna está llena de rutina y es ridiculamente tediosa por eso encima es tan poco estimulante su personaje pues no encuentro nada estimulante a encerrarse a aporrear una máquina de escribir por el hecho de hacerlo.
La novela narra los actos intermedios de la vida, no te cuenta los grandes logros, te cuenta el día a día, lo "vulgar", lo cotidiano y a quizás ahí esté el éxito de su rara historia pues de algo tan vulgarmente tedioso se hace una novela intimista muy original, muy interior y la que carece de todo atisbo de culpa o responsabilidad propia por como le van las cosas.
He leído la crítica de Pepa Echanove en el Imparcial antes de leerlo y no comparto nada la idea de que Edna posee una rara dosis de humildad y generosidad, yo no veo eso, veo un conformismo tremendo y una desafección tremenda para con su amiga, eso me recuerda a lo que siempre he dicho sobre las personas que hacen mal las cosas sin querer, es que si encima las hicieran queriendo ya tendría delito.
La novela es interesante y notable, con personajes curiosos -acordaros de Firmin- y que no os dejará indiferentes, ¿no es eso al fin y al cabo lo que nos lleva a acercarnos a los libros?, tremendamente realista y surrealista a la vez.
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