sábado, 20 de marzo de 2021

Hijos de Febrero

 



Alan Parks
Tusquets Editores
ISBN: 978-84-9066-892-4


Segunda novela de la saga del agente de la policía de Glasgow Harry McCoy y antes de que empiece mi comentario, si os vais a animar a leerlo preparaos para viajar a la Glasgow de 1973, a una Escocia fría, húmeda, verde y gir, dura y sangrienta, digo todo esto por si buscas un policía políticamente correcto, que no se mancha la corbata, que dobla bien los sobres de la correspondencia y que no fuma porque es malo para la salud, este no es tu tipo, McCoy se droga, se pega, sangra, golpea, sufre pero ante todo es un tipo íntegro aunque uno de sus mejores amigos sea un capo del crimen de Glasgow y que conoce de su paso por el internado de huérfanos. Alan Parks no se corta a la hora de describir con pelos y señales la violencia, los tajos de las navajas o los golpes que un bate puede causar en una cabeza, ojo no penséis que cae en lo sangriento para atraer la atención del lector, no es eso, es que la violencia es un personaje más en la vida de la policía de Glasgow, donde los buenos y malos están vinculados por hilos de extraña moralidad que son tan fuertes como los de la familia en ciertas latitudes del sur de Italia. Contiene todos los ingredientes de la novela clásica de todos los tiempos, alguno dirá que se ha quedado anticuada comparada con las nuevas corrientes nórdicas (puahg, si de asco) pero esto es cuestión de gustos y este formato es imposible que pase de moda o no sea válido, a pesar de que ya no veamos a policías fumando en las series de televisión o bebiendo en la barra de un bar y es que no hace tanto tiempo la gente fumaba dentro de los locales -incluso en clase en la universidad, si, no es broma-.

Una joven promesa del Celtic de Glasgow aparece muerta de forma brutal en la azotea de un edifico, el chaval además era la pareja de la hija de un hampón de los bajos fondos; el mismo padre aparece también días más tarde brutalmente agredido y todo parece obra del mismo asesino; entre caso y caso McCoy tiene que investigar el suicidio de un viejo compañero del orfanato lo que reabrirá viejas heridas; como apenas ha pasado poco tiempo de su último caso, McCoy no se siente precisamente al ciento por ciento, apoyado por su compañero que por momentos más que un novato le hace ver que es un estorbo, sospecho que en realidad no es lo que le transmite siempre de mala gana a Wattie y me temo que con el transcurrir del tiempo será un compañero en el que confiar de verdad y no como en su viejo compañero de orfanato Cooper. Dentro del clasicismo de la obra, observar el papel del jefe Murray que encarna ese jefe que por derecho es jefe, por encima de cualquier duda y que es ese jefe integro, moral pero que cuida a su gente dentro de sus posiblidades.

Creo que el papel de sicario, Conolly, os trastornará seguramente y creo que Parks muy hábilmente juega con nosotros creándonos la duda del papel de Elaine Scoby hasta el final de la trama, si a eso le aderezamos un abogado, Lomax, típico conocedor del derecho que hace todo lo posible por salvar a sus clientes culpables, si culpables, salir indemnes de la cárcel y un pasado tormentosos que tortura a McCoy pero el "guiso" está listo, es imposible que pueda salir algo malo de esto.

Cada vez que leo una novela a la vieja usanza me digo a mi mismo que es posible escribir tramas inteligentes, atractivas y que no te dejen despegar la vista del papel sin recurrir a traumas extraños -porque los abusos en los colegios por parte de los religiosos no son nada que se haya inventado nadie, es algo real y actual-, con personajes de carne y hueso que no son más raros que nosotros -porque hace falta valor para algunos personajes de Stieg Larsson o Dan Brown por citar a dos escritores de best sellers-, y ya se que para gustos los colores, pero en la sencillez muchas veces está la belleza de las cosas.

Si debo recomendar la novela a alguien en particular, pues para estómagos duros, para los amantes del género negro clásico al más puro estilo Hammett y si con esto no he conseguido animaros a leerla, entonces es que soy poco convincente.

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