Washington Irving
Errata Naturae Ediciones
web: www.erratanaturae.com
ISBN: 978-84-16544-60-8
Todos seguro recordaremos a Washington Irving de la obra "Cuentos de la Alhambra" en realidad esa obra fue escrita en 1829 y esta tres años más tarde tras retornar a su patria; hay que ponerse en situación, España acaba de perder gran parte de su imperio en América pero Estados Unidos aún no es ni la simiente de lo que será algunos años más tardes, la guerra de secesión se produciría treinta años más tarde de la publicación de esta obra y se puede decir que sería casi el detonante de la expansión de los territorios de la Unión por la llanuras centrales en su camino al oeste y al Pacífico.
Washington Irving acaba de volver de la "educada y afeminada Europa" para embarcarse en una aventura novedosa y llena de emociones, recorrer las llanuras americanas en busca del búfalo, los indios y vivir como los cazadores de esas remotas tierras, van a atravesar los territorios de caza de los peligrosos Pawnis aunque irán de la mano de Creeks y Osages, en concreto dos mestizos que les ayudarán en todo pero que son despreciados por la tropa de rangers que también les acompañan, lo que no saben esos hombres que desprecian al grupo de Irving y un conde suizo, es que esos hombres de la frontera son capaces de vadear ríos con la facilidad de un indio, que pueden seguir el rastro como el mejor de los sabuesos y cuidan de sus monturas mejor que esos rangers de tiro fácil.
Presenciaremos un cambio fundamental en este escritor, la experiencia de la caza del búfalo -todavía no diezmado de las llanuras- supondrá un antes y un después para Irving, al cazar a este ungulado sin matarlo se verá obligado a rematarlo y al ver a ese animal herido moribundo y tenerlo que rematar "infligir una herida así, a sangre fría, una cosa diferente a disparar en el fragor de la persecución", sufrirá un shock que le hará replantearse el "arte" de la caza, también llorará amargamente ver la caza de caballos salvajes antaño libres en la praderas pero que al ser cazados se vuelven dóciles y mansos "yo no podía dejar de compadecerme de aquel hermoso potro cuya existencia había mutado de repente", perdiendo todo ese porte, y lo expresa con esta hermosa frase: "un día, príncipe de las praderas; al siguiente, bestia de carga".
El estilo de Irving es siempre muy rico en colores y matices, escriba sobre lo que escriba, los colores de la praderas, el olor de los guisos de la carne cazada -hago notar vuestra atención a cuando Tonish, su mestizo medio francés caza una mofeta, un plato delicioso para los indios pero apestoso para el hombre blanco-; apreciar la forma de hablar de sus dos compañeros mestizos de expedición, distintos en todo, carácter, comportamiento pero orgullosos de su origen, el siempre charlatán y dicharachero Tonish y el taciturno pero fiable Beatte.
En estas pocas hojas Irving ya denuncia la actitud despótica de los blancos para con los moradores de las grandes llanuras, gente que es culpable por su color de piel en cuanto un caballo ha desaparecido o se ha extraviado, es evidente que esto no era más que el comienzo de lo que pocos años después pasaría en las naciones indias, gentes que vivían en armonía con el medio -aunque eso de los incendios escandalice a más de uno- que cazaban lo que iban a consumir en oposición al despropósito cazador de los blancos, que cazaban dejando piezas sin tocar y sin preocuparse por un mañana en el que podían pasar hambre.
Quiero hacer notar un aspecto que me ha llamado mucho la atención, llama al modo de echar el lazo a las reses, caballos, etc., el modo español, dice que es una forma más elegante a como lo hacen los colonos y la gente de la frontera, no sabría decir en que se diferencia uno del otro pues he sido incapaz de "visualizarlo", pero quería destacarlo.
A modo de resumen, estamos ante un relato de un viaje de exploración interior, la caza no deja de ser una excusa, un libro para hablar de las grandes llanuras, de los animales salvajes y su efímero futuro ante la llegada del hombre blanco, un relato lleno de una conciencia ecológica que poca gente podría esperar en esos años -ver como se lamenta de como dejan a su paso todo la partida de caza-, un relato que poco o nada tiene que ver por fortuna, con todas esas películas del género tan tramposas y falsas con la historia real de las grandes llanuras, creo que sería de justicia que pudiésemos leer alguna novela escrita por esos grandes perdedores de la historia y estoy seguro que debe de haberla y no cejaré hasta encontrarla y leerla.
He pasado un rato muy ameno con su lectura, llevándome a esas extensiones de terreno tan evocadoras y estoy seguro que a muchos de los que se pasan por este espacio va a gustarles este hermoso libro.
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