Joseph Lloyd Carr
Tusquets Editores
ISBN: 978-84-9066-480-3
Uf que difícil debe ser escribir una novela de fútbol pero hay algunos preciosos ejemplos de que es posible y con estupendos resultados y este lo es; pero por favor que nadie se eche para atrás por el hecho de ser una novela sobre fútbol porque es algo más, es un precioso ejercicio de narración de ilusiones de un pequeño pueblo, de lo cotidiano, de sueños y de algo sobre lo que ya escribió Garcilaso de la Vega "cualquier tiempo pasado fue mejor" -ver breve cruce de palabras entre el presidente del equipo el Sr. Fangfoss y el propio escritor-.
Esta divertida novela, que lo es, no en el grado de desternillante pero si muy divertida, el fútbol es el trasfondo para hablarnos de los componentes del Steeple Sinderby Wanderers, un equipo de fútbol amateur que tras diversas vicisitudes consigue jugar la final de la copar F.A. Cup inglesa, el equivalente a nuestra copa del rey pero a un solo partido lo que depara siempre muchas sorpresas pues los equipos grandes están obligados a jugar al máximo nivel; los componentes de este equipo viven en una remota y rural zona de Inglaterra, son curas, lecheros o escribientes de tarjetas de felicitación del día de la madre, algunos incluso no saben lo que es un balón de reglamento pero son un club organizado, no hay que ver las actas de las reuniones del equipo y el debate de sus decisiones -ver el detalle del color de las camisetas de amarillo ranúnculo, ¿sabe alguien que color es ese?- o como cuando están en semifinales, el teórico presidente que no es más que el noble de la zona pretenda llevarse unos laureles por los que no ha trabajado y como le bajan del burro en la reunión.
Basado en la propia experiencia futbolística del autor en los años 30, mantiene lo que debe ser el espíritu de lo que debe ser un equipo amateur, donde todos colaboran y donde lo que siempre sobra es ilusión pero falta dinero por eso lo importante es esa capacidad de unión que lo hace tan "tierno" y edificante, en estos tiempos de CR7 y Messi da gusto coger un libro que te habla de como el seminarista despeja un gol cantado con la cabeza, como un jugador como Alex Slingsby es un virtuoso del balón o como el portero, Mono Tonks, soportó los 90 minutos después de que le pisaran la mano en un lance de juego porque seamos sinceros, ¿os parece normal que se piten los penaltis que se pitan en la actualidad cuando son tíos de 1.90 y 85 kilos de peso que se caen en cuanto les soplan con una pluma?.
Volvamos a la novela, narrada por Joe Gidner nos relata con buena dosis de flema británica de que lo inesperado a veces ocurre, que "no hay enemigo pequeño", "que el partido dura 90 minutos" por el que los habitantes del Steeple Sinderby que son 547 son colocados por una vez en la historia en los mapas del deporte; muchos se entristecerán cuando la aventura de estos intrépidos deportistas se deshaga pues algunos de ellos firmarán contratos profesionales pero uno de ellos tentado por clubes poderosos dirá que no y se casará y volverá a repartir leche en su pueblo; esto me recuerda algunas ocasiones en las que todavía aparecen jugadores sobre todo de rugby que son profesionales de otras cosas, policías, carteros o agricultores y me reconforta con la idea de que el deporte no tiene que ser cosa de élites profesionalizadas.
Con Joe conoceremos a los diferentes componentes del equipos, leeremos las crónicas deportivas del día siguiente en la que equipo tras equipo han caído derrotados por estos 11 hombres a pesar de contar con mejores plantillas y medios, con un tono simpático y con una sonrisa en los labios iremos pasando de partido a partico hasta la final de Wembley -de la que no pienso deciros como acaba, jeje- y que fue después de todos ellos y como al final un presidente al que el fútbol ni le va ni le viene, en realidad si le importaba.
No la dejéis escapar, deliciosa a rabiar.
Esta divertida novela, que lo es, no en el grado de desternillante pero si muy divertida, el fútbol es el trasfondo para hablarnos de los componentes del Steeple Sinderby Wanderers, un equipo de fútbol amateur que tras diversas vicisitudes consigue jugar la final de la copar F.A. Cup inglesa, el equivalente a nuestra copa del rey pero a un solo partido lo que depara siempre muchas sorpresas pues los equipos grandes están obligados a jugar al máximo nivel; los componentes de este equipo viven en una remota y rural zona de Inglaterra, son curas, lecheros o escribientes de tarjetas de felicitación del día de la madre, algunos incluso no saben lo que es un balón de reglamento pero son un club organizado, no hay que ver las actas de las reuniones del equipo y el debate de sus decisiones -ver el detalle del color de las camisetas de amarillo ranúnculo, ¿sabe alguien que color es ese?- o como cuando están en semifinales, el teórico presidente que no es más que el noble de la zona pretenda llevarse unos laureles por los que no ha trabajado y como le bajan del burro en la reunión.
Basado en la propia experiencia futbolística del autor en los años 30, mantiene lo que debe ser el espíritu de lo que debe ser un equipo amateur, donde todos colaboran y donde lo que siempre sobra es ilusión pero falta dinero por eso lo importante es esa capacidad de unión que lo hace tan "tierno" y edificante, en estos tiempos de CR7 y Messi da gusto coger un libro que te habla de como el seminarista despeja un gol cantado con la cabeza, como un jugador como Alex Slingsby es un virtuoso del balón o como el portero, Mono Tonks, soportó los 90 minutos después de que le pisaran la mano en un lance de juego porque seamos sinceros, ¿os parece normal que se piten los penaltis que se pitan en la actualidad cuando son tíos de 1.90 y 85 kilos de peso que se caen en cuanto les soplan con una pluma?.
Volvamos a la novela, narrada por Joe Gidner nos relata con buena dosis de flema británica de que lo inesperado a veces ocurre, que "no hay enemigo pequeño", "que el partido dura 90 minutos" por el que los habitantes del Steeple Sinderby que son 547 son colocados por una vez en la historia en los mapas del deporte; muchos se entristecerán cuando la aventura de estos intrépidos deportistas se deshaga pues algunos de ellos firmarán contratos profesionales pero uno de ellos tentado por clubes poderosos dirá que no y se casará y volverá a repartir leche en su pueblo; esto me recuerda algunas ocasiones en las que todavía aparecen jugadores sobre todo de rugby que son profesionales de otras cosas, policías, carteros o agricultores y me reconforta con la idea de que el deporte no tiene que ser cosa de élites profesionalizadas.
Con Joe conoceremos a los diferentes componentes del equipos, leeremos las crónicas deportivas del día siguiente en la que equipo tras equipo han caído derrotados por estos 11 hombres a pesar de contar con mejores plantillas y medios, con un tono simpático y con una sonrisa en los labios iremos pasando de partido a partico hasta la final de Wembley -de la que no pienso deciros como acaba, jeje- y que fue después de todos ellos y como al final un presidente al que el fútbol ni le va ni le viene, en realidad si le importaba.
No la dejéis escapar, deliciosa a rabiar.
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