Claudia Piñeiro
Editorial Alfaguara
ISBN: 978-84-204-2960-1
El regalo de mi Baltasar particular de este año ha sido esta novela de otras de mis escritoras favoritas y de la que en este blog creo que hay al menos cuatro obras más.
Se que la editorial ha publicado una nueva novela hace poco pero esta es bien reciente también de modo que no hay que dejarse las cejas pensando que me iré a por la otra en cuantito pueda.
Una de las virtudes que aprecio en la obra de Claudia Piñeiro es que todas sus tramas son perfectamente posibles, creíbles y siempre, siempre, muy atractivas y seductoras. Todos imaginamos como se llega a la política, si es de la forma tradicional por lo menos en España sería desde las juventudes del partido, crecer en las diferentes etapas y dar el salto gracias a tu trabajo, contacto o enchufes; ¿cómo se crecería en un partido de nuevo cuño? pues debería ser algo parecido salvo que ahí no hay juventudes, es más, trato de hacer memoria como se ha hecho en Podemos y me imagino que el símil puede ser parecido y sobre todo, cuando lo que parece una organización trasversal al final se convierte en una organización en la que si no se rinde culto al jefe no se sale en la foto -toma ya crítica política, espero que cuele, jeje-.
Y así surge la historia de Román Sabaté, la gente puede llegar a la política por muchos motivos, legítimos o no, por méritos, premios o cuñado pero también por no haber sabido decir no en un momento importante de la vida; es así como Román entra en Pragma, un partido de nuevo cuño que aglutina a muchos desencantados de la vieja política, jóvenes con ganas de cambiar las cosas pero todo al amparo de un líder carismático, Fernando Rovira, sin historial político previo que pretende ser gobernados primero y presidente de la república después y por todo credo político está el de partir la ciudad de Buenos Aires (*) en dos. Esa partición no esconde nada bueno, porque separa la zona rica de la pobre, la que más votos da de la que menos proporciona al congreso de la nación pero si todo eso lo envuelves en papel de regalo, le pones celofán y una cara con sonrisa Profiden, el tinglado está montado.
A los largo de la novela ves como funcionan los partidos políticos hoy, a golpe de encuestas, de creadores de opinión y casi "influencers" que en la novela no aparecen pero al tiempo. Esas corrientes son las que determinan si un político debe estar casado o con hijos, y ese es el problemas de Fernando Rovira, no puede tener hijos y tiene que recurrir a ser padre de una forma un poco diferente a los cauces normales porque recurrir a al inseminación o la adopción son sinónimos de debilidad política y ahí es donde entra la figura de Román, pero Román es un joven que hasta la fecha había pasado sin pena ni gloria por la vida, sin comprometerse con nada y es una paternidad de rebote lo que hace que cambie y de un cambio radical a su vida, ¿pero podrá hacerlo, se lo permitirán?.
Para aderezar esta novela, los secundarios realzan el sabor de la trama, desde la periodista "la china Sureda" que escribe un interesante estudio sobre la maldición política que dice que nadie puede ser presidente si ha sido gobernador de Buenos Aires -la maldición de Alsina-, el amigo de la infancia Sebastián Petit por el que entra en Pragma, Lucrecia, mujer de Fernando Rovira que muere en extrañas circunstancias, Vargas, lugarteniente fiel de Fernando y de su madre o la enigmática Irene, madre de Fernando.
Esperar mangoneos, estafas, financiaciones en negro de partidos, luchas de poder en las alcantarillas y todo en pro del poder, seguramente a alguno esto comparado con el caso Gürtell se le quede pequeño, pero es una buena novela, de lo otro, no creo que salga una sino una enciclopedia y seguramente sea menos divertida y si nos enojará más.
Como en muchas otras novelas de Claudia Piñeiro, la lealtad y el amor al final triunfan, no se si ese final color "rosa" es lo que me reconforta pues la vida es una cabronada y nunca es de ese color por lo que me gustaría leer algo de Claudia que acabase "mal", mal como la vida misma, como la del 99% de la gente, aún así, me encanta, no puedo remediarlo.
(*) nota: Para los que no conozcan Buenos Aires, es una ciudad monstruosa en extensión, en población y que distingue entre la CABA y la provincia, en cualquiera caso, hablamos de una población de casi 13 millones de bonaerenses.
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