Antonio Manzini
Salamandra Ediciones
web: www.salamandra.info
ISBN: 978-84-16237-08-1
Quizás a alguien le extrañe que publique dos entradas del mismo escritor tan seguidas pero aparte de dejarme un sabor de boca formidable, había partes de la historia que se quedaron abiertas y quería saber el motivo; evidentemente no me ha defraudado y por eso casi en tres días ha caído esta perlita que hoy os traigo.
Rocco Sciavone es el subjefe de la policía de Aosta, trasladado desde la añorada y luminosa Roma, parece moverse en ese ambiente alpino como una tonadillera en la sala de La Riviera de Madrid, con su zapatos Clarks que en la nieve se desgracian, parece no encajar en ese paisaje, pero eso da lo mismo, su mal carácter, un humor negro que solo él comprende, sus formas de tratar a los demás incluso a sus subordinados e incluso jefes y su escala de tocada de cojones le hace sobrellevar su "destierro" a ese paraíso alpino como puede, solo un caso puede hacerle salirse de ese círculo de autodestrucción que vive, pues ni con su amante Nora parece estar viviendo un momento feliz porque tiene que hacerle un regalo de cumpleaños. por cierto, que prisa se dan algunas para sacar un clavo, puf.
Su día a día se verá alterado cuando apacere una mujer colgada de una lámpara, un posible caso de suicidio se trasnforma en homicidio y para revolver más su negra cabeza, un viejo caso de Roma y por el que está destinado en Aosta llama a su "puerta".
En esta segunda novela, conoceremos mejor a Rocco, veremos sus fantasmas, sus amigos, sus fidelidades y nos harán querer o despreciar a este subjefe; evidentemente yo soy de los primeros porque destila mucha negrura y me hace tratar miles de paralelismos no literarios; sabremos más de su mujer Marina, de su relación con ella, de su relación con sus amigos del Trastevere, de su forma particular de ver la justicia, porque a pesar de que su mujer le "dice" que no es juez, ejerce de tal y eso es muy tentador para los que vemos como se escapan de rositas los que nos crujen; se ayudará de Italo y Caterina, porque si tiene que servirse del dúo del gordo y el flaco como los denomina él, Deruta y D´Intino, mejor salir corriendo y con estos segundos se termina quizás los paralelismos que se puedan trazar con Camilleri y Catarella, porque ya se parecen poco Rocco y Montalbano; Montalbano disfruta de la vida, Rocco no, parece que solo disfruta de su porro cotidiano y de cierto vino blanco que ha descubierto gracias a un lugareño, pero rechaza incluso los consejos de alguien que puede facilitarle las cosas, el forense Alberto Fumagalli, y llegar a ser su amigo porque del juez no se puede esperar gran cosa.
Dentro del panorama europeo de novela negra, tan saturado de escritores nórdicos que parece que ha entrado una plaga y en el que me parece que escriben todos y todo igual, leer a Manzini es muy agradable y un soplo de frescura, un personaje malhumorado y pesimista pero que hace que le quieras.
En pocas palabras, un delicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario