Pierre Lemaitre
Ediciones Salamandra
ISBN: 978-84-9838-591-5
Me llevé en la maleta esta emocionante maleta con el fin de acompañarme en las horas largas de avión que me esperaban y no me decepcionó; galardonada con el premio Goncourt del año 2013 me temía que fuese una novela más de las que han bombardeado los estantes de la librería sobre la primera gran guerra y nada más lejos de eso, es cierto que arranca precisamente en el final de la gran contienda pero es el chispazo para crear una trama formidable donde se mezclaran personas de distintos colores y condiciones y solo vestidos de uniforme y enredados en esa terrible contienda podrían darse.
En los compases finales de la guerra un oficial de rancio abolengo se dispone a realizar un asalto para dar lustre a su apellido, pero la guerra está al terminar y hay que provocarlo, para ello se vale de un soldado veterano y un bisoño que mueren -por sus disparos- y que envalentona a los franceses para realizar un asalto a la colina 116, este oficial francés, Pradelle, solo tiene como objetivo cubrirse de gloria sin pensar en sus hombres y son dos de esos hombres que por causa del destino se convertirán en amigos inseparables, Albert Maillard cuando descubra la trampa en la que les ha hecho caer su oficial al mando es sepultado por un obús alemán y su compañero de armas que aún no amigo, Édouard Pericourt, le salva de morir pero con terribles heridas que le dejaran marcado de por vida; esa deuda de vida hará que Albert que es de origen humilde ayude a su nuevo amigo hasta límites insospechados, robando incluso mientras que Édouard mientras tanto trata de sobrivivir entre pinchazos de morfina y heroína y rompiendo con su pasado de lujo y comodidades.
Pradelle se casará con la hermana de Édouard y por medio de sus contactos tratará de escalar socialmente y se servirá de la posición de su suegro para realizar una gran estafa con los cuerpos de los soldados caídos y los cementerios en los que pretenden agruparlos pero eso no será nada con la gran estafa que llevarán a cabo los dos antiguos compañeros de armas.
La novela nos hace un documental de lo que debió ser la postguerra en la Francia de 1920, como vivirían esos hombres desmovilizados y como las clases dirigentes se alimentaban de la conciencia patriótica para medrar, tomando el caso real de los ataúdes y que está documentado, algunos personajes son crudos y terriblemente crueles, la forma de comportarse de Pradelle clama al cielo y a algunos le pueden venir a la cabeza casos de corrupción de nuestra tierra -ese de el dinero para cooperación empleado en comprar pisos en Valencia por ejemplo-; yo quiero ver una parábola en la historia la detención del mismo Pradelle y una expiación la muerte de Pericourt que cae atropellado por la ruedas del coche de su padre pero quizás me estoy dejando llevar por la imagen de su propio padre con esa mirada de gratitud; también veo en la futura vida de Albert la compensación de los sinsabores de la vida; solo la hermana de Édouard, Madeline, parece no encontrar "paz" en esta historia pues hasta el funcionario Merlin que es el que destapa la estafa del trepa de Pradelle parece encontrar su sentido.
En esta novela salvo uno, el papel de buenos y malos queda difuminado, disperso, ya sea por el trauma de la guerra o por las carencias de oportunidades, pero te deja el buen sabor de que al final el canalla tiene su castigo -cosa que no creo en la vida real- y el "bueno" se lleva a la chica guapa aunque no sea la novia de toda la vida, es más, en la escena que Albert se encuentra con su antigua novia se te va el alma a los pies y me hace reflexionar sobre el papel de las féminas en esta novela porque pensándolo fríamente solo a la joven Louise, que es la hija de la casera de Albert y Édouard y amiga de este último, parece comportarse de forma altruista.
Los excombatientes se sentirán abandonados y no saldrá ningún Rambo para hacernos llorar, veremos como hombres sin un brazo se ganan la vida tirando de carros, como el estado se olvidará de ellos a pesar de haberse dejado la vida en los campos, veremos más humanidad entre esos camaradas que entre todos los hombres que han estado en la retaguardia; ver la transformación tanto del padre de Édouard como la de Merlin, gente con conciencia al fin y al cabo pues no todos pueden ser canallas como Pradelle.
La novela está escrita de una forma muy descriptiva y por momentos muy cercana a los ojos del lector, las angustias de unos y otros, los miedos irracionales o las cosas pequeñas en las que nos refugiamos -ya se que una cabeza de caballo de papel pintado no es muy normal, pero buscar vuestro jersey favorito o eso que os hace desenchufar-, puede que la trama esté situada en 1920 pero podría amoldarse a cualquier momento pues tipos sin escrúpulos han existido siempre, se han servido de los buenos sentimientos de la gente y lo seguirán haciendo, con toques antibelicistas sutiles y con toques de cierto humor negro más propio de estas latitudes que de las que ha sido escrita.
Una gran novela, alguno pensará que es algo extensa pero a mi se me ha hecho corta; muy agradecida de leer y muy disfrutable.
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