Petros Márkaris
Tusquets Editories
ISBN: 978-84-8383-040-6
Siguiendo mi descubrimiento de este gran escritor griego, llego a al cuarta entrega de su serie de el inspector Kostas Jaritos y a los que siguen el blog, le puede sorprender que las leo sin orden ni concierto pero a mi no me supone ningún problema.
Todas la obras de Márkaris siempre llevan a su vez la crónica negra de una buena novela negra y la crítica social más dura y todo sin despeinarse y muy bien decorado con la vida cotidiana ateniense, con comidas que se suponen deliciosas o a mi me lo parecen, cafés griegos dulces y humeantes o viajes a la playa a pasar el día para no soportar el calor insoportable de la capital post-olímpica.
Con un estilo muy parecido a de Camilleiri, sus obras son siempre muy atrayentes y absorbentes, con acción constante y situaciones "cotidianas" hacen que te pongas en situación sin problemas y esto que parece de perogrullo no me pasa con la novela nórdica; pues no se recrea en los crímenes o la sangre y los criminales y malvados son personas que puedes encontrarte en la propia escalera de tu casa. Un ritmo constante y sin vaivenes atrapa desde la primera página y con un plantel de personajes típico y clásico, se disfruta con verdadera pasión.
Contrasta con otras obras del género porque Kostas está felizmente casado y con una hija por la que vive los vientos y que se ha doctorado por fin en contra de la opinión de todos sus compañeros de profesión; precisamente así arranca la novela, Katerina presenta su doctorado y aprueba holgadamente y para celebrarlo se va tomar un crucero a Creta con Fanis, su pareja y médico de Kostas; en pleno viaje son asaltados por un comando terrorista que no da muchas pistas sobre sus verdaderas intenciones y en esa situación tan difícil personal es requerido por el asesinato de un modelo publicitario homosexual en Atenas; la angustia por no poder hacer nada por su hija y la aparición de nuevos cuerpos y declaraciones de un asesino que se autodenomina "el accionista mayoritario" tiene a Kostas completamente perdido y desorientado, como en todas las investigaciones, un error del asesino es lo que hace que pueda resolverse, por pequeño o raro que sea.
El que el asesino se centre en personajes del mundo de la publicidad hace de por si raro el caso que tiene entre manos, pero como todo en esta vida, lo que parece raro no lo es tanto pero para llegar a esa conclusión, tendrá que perder esa extraña luna de miel con la que vive con su jefe, tratar el shock de su hija con su viejo amigo el comunista Zisis, o tragar sapos y culebras porque se le salten en la vigilancia del presunto asesino para colgarse la medalla su odiado compañero de la antiterrorista Stazakos.
Como obras anteriores de Márkaris que he leído son casi una guía de la misma Atenas, ya sea en coche -en su Mirafiori destartalado- o caminando, una guía hasta con menciones gastronómicas -dios, esos salmonetes de los que habla, mmm- y que casi te obligan a ir Atenas de viaje o recordar lo poquito que atesoro en mi memoria de mi pasó por allí.
No choca ver una sociedad tan machista y en como lo lleva el mismo inspector -tanto con su mujer o con su querida hija-, pero a la vez una sociedad extrovertida y que disfruta de la luz y la vida; atascos infinitos y calor pegajoso, en pocas palabras, que cambia Atenas y pon una ciudad española y cambia el alfabeto cirílico de las calles por el latino y bien podrías estar leyendo una novela inspirada aquí y esa afinidad es quizás una de las más atrayentes virtudes.
Para los que no conocemos mucho de la historia moderna de Grecia, las obras de Markaris son casi un ensayo de la Grecia post-golpe militar pero que con esto no quiero deciros que se os quite de la cabeza leerla porque tenga demasiadas referencias a la reciente historia de los helenos, nada de eso, pero las referencias que condimentan la novela hacen que te entre la historia por los poros sin tu quererlo.
Muy recomendable, pero leerla con el estómago lleno.
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