Benoît Duteurtre
Editorial Funambulista
web: www.funambulista.net
ISBN: 978-84-93985-57-8
Que pena, que pena, que una novela con un principio tan prometedor la pifie de esta manera, es una novela entretenida y con un argumento que a cualquiera de nosotros nos pueden sonar o nos será familiares pero a medida que avanza, cae en repeticiones en previsible. Una novela que bien podría llevarse de la sátira y crítica cruel pero sin perder una gota de humor al final te deja con las ganas de que te lleve por esos derroteros, ays y como me fastidia eso pues cuando un libro es escatológicamente malo no te llevas el chasco que me he llevado yo y eso que no es una mala novela, pero te deja con un sabor de boca agrio porque el jugo que se la podía haber sacado es infinitamente mayor.
Es una novela muy cortita, tan cortita que os la zampáis en unas horas, escrita de una forma dinámica, jovial y muy actual relata las desventuras de un periodista cuarentón y soltero en la parte más alta de la pirámide "alimentaria" social, un hombre que tiene la mala suerte de dejarse su teléfono móvil de último modelo en un taxi y a partir de entonces, todas las peripecias que tendrá que sortear para poder suspender, reponer el servicio o un teléfono nuevo. Las horas y horas que te hacen jurar en arameo cada vez que llamas al servicio técnico o de atención telefónica de empresas de servicios y sobre todo, de comunicaciones o de banca modernas, a veces esos intentos que le llevan a chocar con un "ficticio" jefe de atención telefónica que por el nombre, Dominique Delamare, que parece tan sordo como aquellos que le atienden, todo esto da a pie a un montón de chistes surrealistas de los que podía haber sacado petroleo pero se queda en nada.Tal es su frustración que decide personarse "personalmente en persona" (Catarella dixit) en las oficinas, otra parte de la que se podía haber sacado petroleo y ni por esas, y desencadena lo que ha de llegar y que no es otra cosa que somos "carnaza" para los grandes nuevos poderes económicos, somos pienso para alimentar sus voraces apetitos pero bueno, este espacio no tiene por objeto criticar a esos departamentos de: Pulse 1 para hablar tagalo, 2 para hablar maltés o 3 para el resto.
La crítica es despiadada y a veces divertida pero en seguida se le va la fuerza y como muestra, recordar esa leyenda urbana que circula por la web de un usuario que le responde a una persona de un servicio de atención al cliente de la misma manera que nos abordan a nosotros y dejándoles 30 minutos pasándoles de un terminal a otro de su propia casa.
La edición es cuidada y tiene ese encanto especial de las ediciones de la editorial pequeñas, por el tacto del papel o la portada y por lo que he visto en la web de esta editorial parece ser un marchamo propio, cosa que se agradece.
Es entretenido, cortito pero seguro que os dejará con ganas de más y no de más historia, sino de más "carnaza", de haber sido más largo seguro que acabaría por ser repetitivo y aburrido pero siendo tan breve, no da tiempo a ello.
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