Alexandr Solzhenitsyn
Tusquets Editores
ISBN: 978-84-8383-107-6
Estamos ante una lectura obligatoria, una historia sobre la lucha por la supervivencia y la integridad humana, sobra la enorme capacidad del ser humano por seguir vivo y mantener la cordua en situaciones límites y terribles y todo ello escrito y contado de forma impresionante, ¿seréis capaces de dejarlo pasar?
Escrito de una forma nada poética, aún cuado alguno pueda encontrar ciertos brochazos en la poesía de Panero del que traje una de sus publicaciones hace poco, porque lo que importa es la lucha por llegar al día siguiente, al poder comer lo suficiente para poder aguantar un día más en las condiciones más penosas que un ser humano pueda concebir, no quiero ni pensar la situación de los soldados alemanes prisioneros de después de la guerra porque estamos en 1956 y estos presos de un campo de trabajo siberiano son rusos y no enemigos de la patria aún cuando haya presos encarcelados por tan peregrino delito; es interesante pues en la letras de nuestro protagonista Iván Denísovich más conocido por Shújov no veréis afán de revancha, su espíritu está doblado pero no quebrado y eso se puede ver en comparación con el oficial de la marina rusa preso en su misma brigada, es un extraño canto pacifista por llamarlo de algún modo donde Iván vive con la esperanza de los pequeños detalles de su vida carcelaria, la esperanza de fumarse un cigarrillo, de comer un poco más de las gachas que les dan de comer, la de tener su botas secas o poderse acercar un poco más a la estufa y poderse calentar en jornadas de trabajo de sol a sol donde no tienen ni herramientas ni medios para los trabajos que les encomiendan.
Todos conocemos la obra de "Archipiélago Gulag" pero dudo que muchos nos hayamos leído ese mamotreto y que trata sobre la vida de los campos de trabajo, estas es una obra de la misma temática pero en nada parecida, pues estamos ante una sola jornada de trabajo en la vida de un prisioneroq ue tuvo la mala suerte de caer prisionero de los nazis y escaparse y por hacerlo ya es sospechoso de espía por parte de sus compatriotas y eso le llevará de campo en campo de trabajo. Por fortuna está ante el final de su condena que es corta comparada con las de algunos de sus compañeros que tienen veinticinco años frente a ellos -me recordó a eso de la tarifa plana que dicen en España a los de narcotráfico te pillen con lo que te pillen, pues estamos en un país de justicia de roba-gallinas y no de grandes delincuentes-. Presos sometidos a jornada de trabajo durísimas, vigilados por otros presos y por soldados armados con metralletas, crueles y arbitrarios que deshumanizan al más pintado y con la nula posibilidad de escapar.
Shújov es un agricultor que en es capaz de arreglar calzado, poner ladrillos o lo que se os ocurra pues su capacidad para aprender a hacer cosas no mengua en su confinamiento, todo lo contrario, se acentúa y así es mandado a levantar una tapia en la central eléctrica con ladrillos de escoria y con un cemento que se congela antes de llegar a colocarlo en la pared del frío que hace, es tan precaria su situación que tienen que robar por donde pueden útiles, maderas o tuberías para poder hacer su trabajo, un trabajo que si se hace puede verse recompensado por un poco más del rancho que reciben y prácticamente todos lo saben y se esmeran por hacer algo más, informar de que han tenido una cuota mayor y que el mando les conceda un poco más de comer porque imaginar que cuerpo se puede tener con una ración diaria de gachas de doscientos gramos.
Es el espíritu de Iván -Shújov- lo que hace de esta jornada algo especial, consigue escatimar algo de rancho, levanta la pared que le han encomendado el jefe de la brigada porque encima es un buen albañil, se ha podido fumar un cigarrillo, se le ha pasado el malestar que por la mañana le había llevado a la enfermería y que es un matadero más un lugar de curar enfermos, le han dado algo del paquete que ha recibido un compañero, ha podido terminar la pared que tenía como cometido y no ha sido encarcelado por llevarse en el bolsillo un trozo de metal susceptible de tomarse como un cuchillo, ha sido un buen día y eso es lo único que espera Iván mientras pasa el tiempo pues la jornada de trabajo pasa volando pero la condena apenas mengua.
En la novela se muestran otros "animales" carcelarios, los enchufados, los pedigüeños, los recién llegados y ese zoo humano que rodea a Iván debe amoldarse a esa Siberia de veinte bajo cero, de recuentos sin sentido y a cualquier hora o la penalidad más arbitraria que se os pase para llegar a pasar por la cabeza para sobrevivir un día más, deben vivir con la dignidad que la prisión no les concede porque Iván no se resigna, no es cuestión de orgullo mal entendido, es que es su forma de luchar contra esa injusticia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario