Wilfred Owen
Editorial Acantilado
web: www.acantilado.es
ISBN: 978-84-15277-30-9
Fruto de mi lectura con el libro "Tengo una cita con la muerte" ya conocía a este formidable poeta británico que murió en los últimos días de la primera guerra mundial, un hombre que fue mandado a casa por enfermedad y que volvió por propia iniciativa al frente de batalla porque no quería dejar a esos muchachos solos en las trincheras de barro de los frentes europeos.
Los poemas que recogen este libro están escritos en el breve espacio del verano de 1917 al otoño de 1918, unos versos que reflejan la dureza y crueldad de la guerra, lejos de los timbales y las cornetas que llaman al honor de los hombres, de verdad que es estremecedor como huye de esos cánticos gloriosos para buscar la comprensión del lector, trayéndote las penas de aquellos muchachos que regaron con sangre los campos de Bélgica -digo esto porque hay una preciosa canción que se titula más o menos así-, poemas donde las heridas de las almas son reales, visibles y sangran y todo muy bien acompañado con unas notas aclaratorias donde te ayudan a comprender el lenguaje de los soldados, sus temores, sus anhelos, etc.
Owen era un poeta muy bien formado, profesor de botánica y de inglés antiguo después en Burdeos se alistó en los primeros años de la guerra cuando la prensa y políticos exaltaban a los jóvenes a alistarse pero una invalidez le hizo regresar a casa pero al cabo de un año volvió al frente, a servir en el mismo batallón y mandar una compañía, condecorado por su comportamiento en el frente, escribió a su madre que volvió al frente para guiar a esos muchachos como sólo alguien que los conoce y puede defenderlos pues en uno de los poemas se habla del suicidio y el eufemismo que se empleaba para que no decayese la moral y donde se llamaba sonrisa al boquete que dejaba la bala debajo de la barbilla tras el tiro.
Quisiera llamaros la atención de tres poemas en concreto:
- Apologia pro poemate meo
- La parabola del joven y el anciano
- H.A.I.
Creo que es un estropicio que os ponga algunos de los poemas pero creo que todos aquellos que son amigos de aventuras bélicas deberían leer a este poeta pues son eternos, valen para los soldados de cualquier guerra pues no se habla de heridas de balas, se habla de heridas del alma, de hombres rotos que no saben porque están luchando, es un clamor para la paz y todo esto escrito por un hombre que volvió al frente, puede parecer un contrasentido pero dice mucho de la humanidad de este hombre que sabía defender a esos hombres que no sabían si vivirían un día más y que solo alguien que ha estado con ellos con las botas metidas en el barro podría comprender, un oficial con sus ropas llenas de barro o sangre de sus propios compañeros, que tienen que ver como algunos no lo soportan y se levantan la tapa de los sesos y no tienen ni un ápice de crítica hacia ellos, todo lo contrario; notar que no hay odio a los soldados de las otras líneas contra los que luchan en ninguna de sus líneas, nada, porque son como ellos e incluso la forma despectiva de llamarlos -boches por ejemplo- no te suena a insultante.
Otra cosa muy importante y crucial, un hombre que piensa que morir por la patria no es dulce ni honroso aunque parezca que lo dice en su poema "Dulce et decorum est".
No es un poesía bella, es una poesía intensa, estremecedora, dura, cruda, pero eterna, humana y a la que pediría que os acercarais porque no contiene nada que la haga empalagosa o difícil de comprender, las ayudas que hay al final del texto te facilitan las cosas; al ser una obra antigua a lo mejor es posible encontrar en la web, yo no lo he buscado, pero seguro que pueden estar. Un hombre que vivió rápido y murió rápido pero que debería dejar más marca que el vocal de Nirvana o Jim Morrison.
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